lunes, 6 de enero de 2020

Capítulo 4 - Campanadas a mediodía

1 comentario:
 
Seguimos vagando por este mundo perdido de fantasía donde castillos, barcos, magia, canciones, manzanas, etc, se mezclan, se pierden y resurgen.  

¿Te perdiste el comienzo?


¿No sabes dónde encontrar a los primeros personajes? 





Y ahora relajaros, la historia va a continuar....




CAPÍTULO 4 - CAMPANADAS A MEDIODÍA

Me probé el zapato y reconozco que me sentí tremendamente poderosa con el. Busqué en los alrededores el otro, no tenía claro si era mío o no, porque mi ropa era bastante andrajosa y aquél maravilloso zapato era elegante y encantador, pero no encontré el otro par por ningún lado, me gustaba mucho y decidí guardármelo hasta encontrar su igual.
Me dolía la cabeza pero sólo podía pensar en la necesidad de quitarme aquél vestido harapiento, lleno de zurzidos y parches para sentirme más, más ¿qué? No recordaba nada, pero tenía claro que no iba a verme así vestida para siempre.
Eché a andar, olía a mi alrededor el aroma a perfume caro, pensé que era caro porque uno barato era imposible que oliera así de bien y no dejé de preguntarme durante mi paseo a ningún lado, de dónde procedería el olor y porque no iba mejor vestida.
El zapato iba a buen recaudo en uno de los pliegues de aquél vestido tres veces mas grande que yo ¡me sentía tan incómoda!
Una melodía empezó a sonar y aunque no la conseguí identificar me atrajo y tras una buena caminata, alcancé a ver una posada en mitad de un claro de árboles del que salía un seductor humo de una chimenea, aquella música tan extraña y de vez en cuando el sonido de alguna conversación e incluso una risa acompañada de algún silencio. Me acerqué refunfuñando por dentro, no estaba totalmente convencida de que aquél fuera el lugar donde debía estar, pero puestos a empezar por algún lado, mejor aquél que seguir dando vueltas por el bosque a ciegas.

Empujé la puerta y apenas un par de caras se giraron al sonido de las campanillas. Eché un vistazo rápido antes de fijar la mirada en el suelo. En algunas mesas se hablaba con jovialidad, en otras solitarios bebían o miraban hacia algún punto sin estar totalmente presentes en la posada. Me senté en la barra y miré de forma un poco más descarada; me llamó la atención la capa roja que cubría los hombros de una muchacha esbelta y dicharachera que parecía coquetear con un hombre de mirada felina, también el brillo dorado de las alas de una hada pequeña que revoloteaba de aquí para allá. Algunos me daban escalofríos, como el tipo alto de la esquina que hablaba con un pájaro de colores, llevaba un bastón dorado que me hizo pensar en todo lo que podría conseguir por el si fuera mío y no suyo. Me sentía fuera de lugar.

-¿Qué buscas?
Pegué un salto en el taburete y me volví hacia el hombre que me hablaba tras la barra.
-¿Disculpa? - ante todo modales.
-Sólo me pregunto que buscas entre toda esa gente.
Me encogí de hombros.
-Sólo observo lo que traen con ellos, parecen sacados de reinos lejanos o lugares exóticos.
-¿Y tú de dónde sales? ¿que traes contigo? - preguntó tendiéndome una cerveza. No la miré muy convencida - Si no tienes nada que perder, acepta lo que te ofrecen.
Pegué un trago e hice una mueca, no estaba especialmente bueno, pero tampoco estaba malo.
-No sé de dónde vengo y he traído poco conmigo.
El hombre se puso a secar algunos vasos más, ojeando a todo el mundo y pendiente de lo que yo le decía. La música seguía sonando en alguna parte y resulta relajante uniéndola al calor de la estancia y el murmullo de las conversaciones.
Se inclino hacía mi mientras apuraba la bebida y me servio otra.
-¿Y que quieres conseguir?
Lo miré frunciendo el ceño y me bebí de un trago la nueva cerveza. Me sentía aún más relajada, como si cada una de las ideas que se me cruzaban por la cabeza fuera maravillosa y a la vez todo me divirtiera.
-Quiero conseguirlo todo - le dije levantando el vaso indicándole que me lo llenara de nuevo - Pero aún no tengo claro como puedo hacerlo si no soy nadie.
El posadero sonrió mostrando muchos los dientes.
-Si no eres nadie, entonces puedes llegar a ser cualquier cosa que quieras ser. Sólo necesitas motivación y estar en el momento y el lugar adecuado.
Me sentía intrigada, lo observé alejarse para prepararle un combinado a la mujer de la capa roja y miré descarada al resto.
Podía ser quien yo quisiera, pero para serlo necesitaba dinero o influencia. Volví a mirar al camarero ¿me podría ayudar él?
Cuando volvió le pedí que me sirviera otra y puse los codos sobre la barra.
-¿Cómo me puedes ayudar a conseguirlo todo y cómo puedo pagarte por tu ayuda?
Él también se sirvió una, me sonrió y bebió.
-Para conseguir poder...- colocó el dedo indice sobre sus labios golpeándolos suavemente a cada segundo, después me enseño tres de sus dedos y los movió frente a mi- te podrían venir bien tres cosas: una es sencillamente oro; la segunda que alguien realice tus deseos y la tercera...magia para ti y a tu disposición.
-¿Recomendación de la casa? - apoyé el mentón en la mano y por primera vez desde que desperté me sentí dueña de mi misma.
El hombre se enderezó sin perder la sonrisa, parecía encantador y terriblemente inteligente; hizo un pequeño baile siguiendo una melodía que sólo existía en su cabeza y me cogió la mano para besarla.
-Yo no recomiendo, pequeña reina perdida, yo ofrezco opciones y cada uno elige aquello que mas le conviene; a cambio de tarifas razonables, claro esta.
-No tengo nada... - pero sentía el peso del zapato en el pliegue del vestido.
Él sacudió la cabeza sin dejar de sonreír.
-Digamos que puedo quedarme en préstamo ese zapato de cristal tan bonito que llevas ahí escondido. Si no consigues lo que quieres, pasará a ser mío. Pero si consigues todo aquello que tienes en esa preciosa cabecita tuya, te lo devolveré a cambio de un favor u otra cosa que quiera de ti llegado el momento.
Fruncí el ceño.
-Iré a ciegas, sin saber que me exigirás después.
-Igualmente vas ciega ahora; al igual que yo contigo.

Me crucé de brazos, bebí nuevamente, me removí inquieta y finalmente saqué el zapato y lo coloqué sobre la barra.
-Cuéntame esas opciones, dame algo de comer que estoy famélica, déjame pasar la noche aquí y dame ropas más cómodas para el viaje que estoy a punto de comenzar. Dejo esto a tu cuidado, pero ten por seguro que volveré a por el.
Me dedicó una reverencia, pasó el dedo por el cristal pulido y brillante del zapato y miró fijamente mis ojos.
-Me encantan las mujeres de objetivos claros y exigentes. No hay forma más fácil de conseguir oro que vendiendo las escamas de una sirena en el mercado negro. Pero si prefieres que alguien acate tus ordenes y deseos más profundos, una lámpara deberás encontrar y frotar, eso si, ten cuidado con la letra pequeña; los genios son siempre engañosos. Y la magia ¡¡aaay querida reina!! quizás esa es la opción más compleja si no la posees tu misma, porque deberás engañar a una bruja para que te ayude, o deberle, tal que a mi, un favor; o quizás encontrar a un mago o hechicero y hacer que sus objetivos sean los tuyos - guardó el zapato mientras pensaba en sus palabras - el camino de la ambición es oscuro, no lo olvides.

En algún rincón de aquél antro sonó un reloj marcando las 12 del mediodía.
Algo se removió dentro de mi, como si ese sonido despertara un recuerdo que no conseguía ubicar. Sacudí la cabeza.
-Tome la opción que tome, ¿me ayudarás?
Asintió.
-Para eso estoy- Me tendió la mano- puedes llamarme Flautista.
Sin saber a ciencia cierta si estaba tomando la decisión correcta, le tendí la mía y se la estreché con fuerza.








































1 comentario:

 
© 2012. Design by Main-Blogger - Blogger Template and Blogging Stuff