martes, 14 de enero de 2020

Capítulo 6 - Las olas del mar no son suficientes para hacer palpitar un corazón

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CAPÍTULO 6- LAS OLAS DEL MAR NO SON SUFICIENTES PARA HACER PALPITAR UN CORAZÓN



Para cualquiera, despertarse mecido por el oleaje con la mente y las ideas buceando entre tinieblas y sin muchos recuerdos a los que acceder supondría un trauma; pero no para él, que había vivido siempre entre sueños inacabados, amores ahogados en botellas de ron y polvo de hadas; por lo que aquello era un día más intentando empezar de cero, pero sin la sensación de derrota que siempre le acompañaba.

Salió del barco con lo puesto, haciendo caso omiso a las voces que lo llamaban e intentando quitarse de encima al hada que no paraba de echar polvo dorado sobre él. De ella si que se acordaba, aquél bicho que parecía odiarlo y que a pesar de haberlo liberado hacía mucho tiempo, se empeñaba en seguir con él.
-Sígueme si quieres ¡que más dará!
Impulsado por una urgencia que no entendía se internó en el bosque hasta llegar a una posada de aspecto acogedor.
Al menos, pensó, encontraría algo de ron.

Se repanchingó en la mesa más cercana a la puerta, por si la cosa se ponía fea y tenía que salir por patas y miró a su alrededor. El ambiente no estaba cargado y el grupo de personas que lo rodeaba era variopinto y curioso. Sacó su pipa y se puso a fumar, estaba seguro de que podría molestar a alguien y le provocaba cierto bienestar pensarlo. Echó varias bocanadas de humo por la boca y colocó los pies sobre el taburete de al lado. La pequeña hada se sentó en el ala de su sombrero y el resopló ¿por qué no conseguía quitársela de encima?
El posadero se acercó enseguida, mirándolo con los cejas arqueadas y limpiando la mesa antes de colocar un vaso frente a él.
-Si no es ron no lo quiero - se quejó oliendo la bebida.
-Ya que estás como en tu casa - le quito las botas del taburete y se sentó en el - me gustaría aclararte que es la mía y tienes la puerta abierta cuando quieras y necesites, pero aquí, más que pedir lo que crees que quieres, se sirve lo que necesitas. Y créeme, el tequila te ayudará.
El capitán apoyó los codos en la mesa y le echó una bocanada de humo en la cara.
-¿A que me puede ayudar si no necesito ayuda de nadie?
El hada puso los ojos en blanco y movió frenética los brazos intentando alejar la nube que subía de la pipa.
-Los fanfarrones sois los mejores, de verdad. Los que más vacío ocultáis y más tristeza guardáis.
Garfio cuadró la mandíbula y alejó su rostro unos centímetros de los de él.
-¿Quién eres?
El Flautista le acercó el vaso.
-La persona que puede ayudarte a dejar de ser cobarde.
En los ojos del capitán relampagueo la ira.
-No lo soy - estalló echándose atrás en la silla y poniéndose de pie.
El otro ni se inmutó.
-Cierto, el primero en la lucha, el primero en embarcarse en aventuras que no sabe dónde lo llevaran pero ¿quieres que te cuente un secreto? - Garfio frunció el ceño, no sabía si fiarse de él - ¿Ves a toda la gente que hay aquí? Todos han perdido la memoria, todos andan perdidos, desorientados y anhelantes de algo que aún no saben definir. Pero tú, tú eres el único al que le da igual no recordar quién o que eres, porque la vida que has dejado atrás te importa tanto o menos que la silla donde estas sentado. Por lo que...llegados a este punto, ¿crees que lo que te ofrezco puede ser peor que no tener un motivo u objetivo por el que vivir, o algo que defina lo que eres en tu interior?
Garfio enarcó una ceja y soltó una carcajada. Levantó su mano cortada y la mostró.
-Que no tenga recuerdos no significa que no sepa lo que soy. ¿Alguien con el alma blanca y las intenciones puras tendría este aspecto?
Puso el garfio sobre la mesa con un golpe de metal contra madera y su sonrisa se volvió una mueca.
-No me des sermones, tabernero. Algo muy malo tuve que hacer para sentenciar mi destino de esta forma. Es una advertencia para todo aquél que se acerque a mi ¿Tu no lo ves claro? ¿No te parece suficiente definición?
El Flautista puso los ojos en blanco y bostezó.
-Lo que veo es alguien que se conforma con el papel que le han asignado. Alguien acobardado ante la idea de reinventarse y ser algo distinto a lo que todo el mundo espera. ¿Acaso no tienes sueños que te motivan? ¿Anhelos que conquistar?
-¿Y a ti que diablos te importa? ¿Qué pretendes conseguir a través de mi? No me engañas, nadie da sin pedir o conseguir algo a cambio.
Se cruzó de piernas meditando si compartir con él parte de sus ideas y cavilaciones.
-Estaba aburrido de ver como cada día hacíais, decíais y sufríais lo mismo. Como parecíais ratones en una ratonera con los mismos elementos y como resolvíais las mismas dificultades siempre igual. - sacó la flauta y la hizo rodar entre sus dedos - Os liberé, os permití interactuar unos con otros para daros caminos y oportunidades de ser lo que vosotros queráis ser. Así que dime, Capitán ¿que buscas? ¿qué quieres ser? ¿que anhelas?
Garfio no entendía nada, ninguna de sus palabras tenía sentido y aún así algo en su interior se removió. Tenía la certeza, sin saber porque, de que cada paso que diera o decisión que tomara a partir de ahora le iba a hacer recorrer un sendero que nunca antes había pisado. Y esa perspectiva, lo admitiera o no, le emocionaba.
-Supongamos que te sigo el juego, que creo cada cosa que me estas diciendo y que no sé que quiero. ¿Cómo, si no sé quién soy, descubro que no estoy cometiendo los mismos errores que cometí en esa vida que no recuerdo?
Su interlocutor se encogió de hombros.
-No lo sabes, simplemente tienes que seguir tus impulsos y hacer aquella cosa que te haga sentir bien contigo mismo. Fácil ¿no?
La cara del Capitán se quedó impasible.
-Pues no, no es fácil. Y tampoco me has dicho que ganas tu de esta liberación y esta ayuda que brindas.
-De daros la liberación, quizás, gane una apuesta. Y de ofreceros mi ayuda...gano magia.
-Explícate.
El Hada se quedó muy quieta en el ala del pirata, como intentando no llamar la atención del Flautista y que no la cogiera para él. No sabía que él no necesitaba raptar.
-Todos estáis hechos con magia, aunque no todos sois mágicos y aun así, cada cosa que os caracteriza es portadora de una brujería primigenia que me gustaría poseer. - Volvió a encogerse de hombros. -¿Te parece una buena respuesta?
Garfio asintió, cogió el vaso y se bebió el tequila de golpe. Hizo una mueca y sonrió.
-Lo imaginaba peor.
El Flautista soltó una carcajada y pensó durante unos segundos en el Hada Madrina, después desechó la imagen y se centró en quien tenía enfrente.
-Sal a bailar, la gente esta animada. Seguro que encuentras a alguien interesante que te pueda motivar.
Le guiñó un ojo y lo dejó solo. El Capitán miró a su alrededor y le dio un toquecito a la mujer que tenía sobre el sombrero.
-No entiendo que haces aquí, pero recuerdo tenerte encerrada y después que te negaras a dejarme. -Campanilla voló a la altura de sus ojos y se mantuvo ahí como un colibrí, sus ojos pequeños bien abiertos mirándolo mientras hablaba. -Estoy seguro de que era despreciable y quizás incluso te quedaste para vigilarme de cerca y tener controlada mi maldad. No sé quien soy pero me gustaría empezar teniendo a alguien en quien confiar. ¿Podría empezar contigo?
Campanilla siguió mirándolo fijamente unos segundos más, después asintió enérgicamente y Garfio creyó ver una lágrima en su pequeño rostro. Después la invitó a bailar y las sombras se convirtieron en luz cuando sonrió.
Un par de tequilas más, risas y carcajadas y tropezar con sus propios pies mientras le hacía una reverencia a la pequeña mujer alada. Los enanos marcaban el ritmo en improvisados cajones hechos de taburetes puestos del revés. El Capitán se volvió a ellos.
-Odio a los niños ¿sabéis? no me gustan, no sé porque. Pero lo adiviné al veros cuando entre aquí y confundiros, pero vosotros no sois niños, sois hombres hechos y derechos y me encanta vuestra música.
Dio un par de palmadas, volvió a tropezarse y se apoyó en una mesa cuando la puerta se abrió y quedo frente a quien entraba.
Él enmudeció y la música quedó en silencio cuando toda luz quedó atrapada en el vestido de la mujer que traspasaba la puerta. Parecía que miles de escamas la cubrían y atrapaban cualquier haz de luz para devolverlo con más fuerza. Las ondas de su pelo rojo caían sobre sus caderas, sonrió a quienes le miraba.
Y Garfio sintió como el corazón comenzaba a palpitarle con fuerza.






Queridos lob@s y bruj@s, espero que os estén gustando todas estas historias. Recordar que en los comentarios podéis proponer personajes o decir cual es vuestro favorito. 
Gracias por leerme y llegar hasta aquí.















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