domingo, 26 de julio de 2015


Yo, mi, me, conmigo, la nueva sección sobre mi persona.
¿Por qué? ¿Para que me conozcáis más? Tal vez, pero sobre todo para que aprenda a conocerme a mi misma de nuevo. Todos cambiamos, así que por esa regla de tres, yo también.
Y ¿hasta que punto reconozco a la nueva Selena?

Hace poco leí el libro "El mundo azul" de Espinosa y sigo sin tener claro cuál es mi Caos, mucho menos como amarlo, pero he de reconocer que cuanto peor y más acelerada está mi cabeza con pensamientos poco razonables y grises, lo único que me ayuda es escribir. Mi mente se queda quieta, se centra y crea un mundo totalmente distinto del mío, en el que si todo no vale, si casi todo y cuando salgo de ahí, el gris parece nuevamente azul ¡y a otra cosa mariposa!

Así que he empezado a valorar que mi caos es la escritura, el caos es esa parte de mi cerebro en la que se crean realidades alternativas e imposibles.
Mi caos es lo absurdo, lo inalcanzable, lo difícil e increíble y es ahí dónde creo que he alojado a la niña que fui y a la que a veces olvido consultar.
¡¡Yo!! que grité a los cuatro vientos que nunca dejaría de reír hasta que me doliera la boca y el estómago, la que nunca pensó en las dobles intenciones de nada y ahora convivo con ellas y hasta las abrazo. La que pensó que no se insensibilizaría pero permití que la televisión, las noticias, las realidades de muchos y el mundo me hicieran mirar hacia otro lado y olvidarme al segundo de las penurias que no tocan a mi puerta.
La sociable y simpática que cada dos días siente la necesidad de estar sola.

Ahora sé que es cierto que el camino al infierno esta lleno de buenas intenciones, porque toda voluntad se malinterpreta y se malentiende. Porque ya no vemos ni oímos y hemos olvidado las palabras de El Principito.

Soy soñadora ¿o debería decir era?
Soy risueña ¿o lo fui?
Soy positiva, loca y espontánea a ratos, ese es mi Caos y no puedo permitirme el lujo de olvidarlo, ya que el resto de cosas que no soy me acechan en las sombras. Pero hoy, ahora, justo en este instante, creo que estoy segura y a salvo.

(Aquí os dejo una cancioncilla que me encanta de Taylor Swift)


Hasta otra mis queridos lob@s y bruj@s, hoy sólo puedo desearos una cosa, que améis vuestro caos, o directamente que os améis a vosotr@s mismos, porque estáis en peligro de extinción y sería muy triste que durante todo lo que dura la vida no tengáis un rato de amor hacia lo que sois, fuisteis y seréis ;-)








sábado, 18 de julio de 2015

"Parece que ha olvidado mi primera lección, doctor. Cuando abres tu mente a lo imposible, a veces, encuentras la verdad."



Y esto es una vez más, amig@s míos..."Hablando de series".

Hoy abrimos la entrada con Fringe, una serie que nunca pensé que me gustaría y atraparía tanto...Y eso que no trata sobre vampiros u hombres lobos jejej

Tiene 5 temporadas, por lo que si le dais una oportunidad no vais a estar eones viéndola ¡prometido! Además, cuando le pilléis el tranquillo estaréis deseando saber como se desarrolla toda la acción. 
Os preguntaréis ¿de que va? Pues....Sólo os puedo decir que los protagonistas son una agente del FBI (Olivia) un científico loco (Bishop) y un tipo que parece un estafador y es bastante inteligente (Peter) Hay otros personajes, como la asistente de laboratorio y también agente de FBI (Astrid) y el jefecillo (Broyles) 
Hay más gente, pero como dije con "The Originals" tienes que verla para descubrirlos ¿o quieres que te cuente todo yo? ;-)

¿Por qué me gustó tanto? Supongo que la mezcla entre conspiraciones, experimentos, la exploración de los límites/no-límites en la mente humana y lo sorprendente de algunos capítulos y la serie en general por su trama innovadora hizo que fuera carne cañón ¡¡que sé le va hacer, siempre he sido una facilona!! Y por eso mismo la recomiendo. Los personajes son complejos, sus motivaciones para hacer lo que hacen también, hay diálogos super inteligentes y otros tan absurdos que no puedo parar de reír y además ¡¡tienen una vaca como mascota!! 

No busques spoiler, ni fotos o vídeos de las últimas temporadas, directamente tírate a la piscina y déjate sorprender.
Aunque si os sentís demasiado curiosos, dónde pone "primera temporada" os dejo una especie de adelanto-trailer:


Y para los lob@s y bruj@s que se animen a darle una oportunidad, cuando hayáis comenzado a verla decírmelo y os contaré un secreto (pero sólo aquellos que quieran saber la verdad y que no tengan miedo) jejeje


Mordiscos dulces a todos y todas

"El único ser mejor que la vaca es el ser humano, a no ser que necesites leche, entonces es la vaca".

La primera cita no recuerdo quien la dijo, pero esta es de Walter Bishop (el científico loco)




viernes, 10 de julio de 2015

Muy buenas mis pequeñ@s brujill@s y lob@s.
Estoy aquí para agradeceros las más de 4000 visitas y a los 44 seguidores (entre miembros y gente que me tiene unida a sus círculos a través de google+)
Sé que por facebook tengo a fieles lectores en las sombras de este mundo mío tan loco, fueron los primeros en leerme y los que me han ayudado a alcanzar esta gran cifra de visitas :-)



Voy a utilizar y compartir con vosotr@s un texto de Txus (componente de Mago de Oz) que he leído hace poco y me ha gustado tanto a mi como a mi compañera Anel.
Y diréis ¿quién es Anel? Anel es una loca creación, la que inspiró este blog, que tiene vida propia en mi mente y va cogiendo fuerza en los folios. Tiene una historia que contaros y esta más que harta de que mi y mis límites, mi moral y mis restricciones.
Necesita coger su escoba y volar por libre, pero de momento aún puedo mantenerla amarrada a mi unos meses más mientras peleamos en una lucha interna por el tipo de cosas que pueden o no hacerse.
Yo escribo y ella intenta dictar las normas y creerme, cada vez me cuesta más llevarle la contraria.

Ahí va el texto, para celebrar de algún modo vuestras visitas y vuestra compañía ;-) y tan sólo un pelín modificado para adecuarlo a un blog y no a recopilatorio musical.

(Aunque si queréis leer el verdadero texto os lo he escrito justo abajo) 

"El contenido de este blog es mágico. Todo lo que contiene son filtros de amor, pócimas para olvidar, sortilegios para que el alma rejuvenezca, hechizos para que la alegría jamás se esconda, invocaciones a la pasión y la lujuria y palabras que al leerlas te abrirán las puertas a un mundo dominado por la imaginación, los sueños y las ilusiones. 

Cuidaos del contenido de estas mágicas entradas si vuestra alma es estrecha de miras, si no buscáis cumplir vuestros sueños, si no amáis, si no soltáis a la imaginación de vez en cuando y si no os dais un baño de locura al menos una vez al mes. Privaros de entrar a mi mundo si sois total y completamente adultos. 

Pero si en cambio sois bruj@s malvad@s que se esfuerzan en soñar en lila mientras lucháis por mejorar el mundo en el que vivís y lob@s hambrient@s que se dejan la piel alcanzando ilusiones sin perderse así mismos, este es vuestro sitio. 

Imagina un bosque maldito o un rincón encantado al pie de una hoguera, una danza embrujada y litros de hidromiel con el que brindar. 
Cierra los ojos y todas las fuerzas de la naturaleza te harán invencible. 
Brindemos con queimada con los duendes y las hadas.


miércoles, 8 de julio de 2015

Después de no sé cuantos meses me digno a compartir con vosotr@s un nuevo cuento. Sé que os he tenido un poco abandonados en cuanto a mis creaciones pero ando un modo creativo con una novela y no me da mucho tiempo de escribir otras cosillas, por lo que esta entrada es del cuento de la antología que he ganado.
La historia se llama "Diario" (no es que sea muy original con los títulos pero el contenido es lo importante ¿no?) Si no has tenido oportunidad de leer la antología completa no te preocupes a través de "El Lado Oscuro" vas a encontrar el lugar dónde descargarlo: http://esthervampire.blogspot.com.es/2015/07/relato-ganador-del-premio-shelley.html

Y aquí esta mi relato:

Diario
Adriana leyó el mensaje que le había llegado al móvil y le temblaron las manos. 
Dejó el aparato sobre la mesa de la cocina, cerró los ojos y respiró hondo ¡Aquello no podía estar pasándole a ella! Se acercó descalza a la habitación, el corazón le latía desbocado, sacó del cajón de la mesita el diario de cuero y lo abrió con devoción, acariciando las páginas con la yema de los dedos. Llevaba tres años atesorando recuerdos maravillosos de San Valentín, momentos inolvidables, irrepetibles y únicos. Sonrió con tristeza, aquel hombre había estropeado su racha, ya no tenía tiempo para preparar una cita perfecta con otro tío. Su día del amor sería como la del resto, vacío y sin sorpresas. Trabajar y punto. 
Se calzó los botines, se puso la chaqueta negra sobre el vestido blanco, metió el diario en el bolso abultado y antes de salir por la puerta cogió con furia la caja de bombones en forma de corazón. Se la colocó bajo el brazo e hizo malabares para cerrar la puerta y echar la llave. 
Hacía frío, pero igualmente se sentó en un banco del parque, cruzó las piernas una sobre otra y abrió la caja de chocolates. Se daría un atracón para olvidar, aunque fuera momentáneamente, el plantón que le había dado Rubén. Irremediablemente pensó en él, era un buen chico, o eso le pareció a ella, con el pelo al estilo boy scout, los ojos azules y sonrisa de hoyuelos ¿qué mejor espécimen para celebrar San Valentín? El plan era simple, comer con él antes de entrar a trabajar y después esperar a que le recogiera al cerrar. Vendría con un ramo de rosas o en su defecto una sola, paseo romántico de camino a la casa; caricias por aquí y besos por allá. Palabras bonitas susurradas al oído, quizás alguna promesa de amor (de las que rara vez se cumplen) y finalmente… cohetes y placer. Un plan perfecto por su sencillez, no necesitaba de mucho más y además, esos planes nunca le habían fallado. Hasta hoy. Aplastó con furia un bombón de chocolate blanco con los dientes y el sabor dulce se escurrió por su garganta, aunque apenas lo notó. Un niño de unos 5 años se le acercó con la vista fija en la caja y ella le ofreció uno. Sonrió, porque era lo que debía hacerse y la madre le dio las gracias desde la distancia ¿Por qué había tanta gente en el parque en un día tan frío? Porque era San Valentín y todos se sentían eufóricos. Las parejas se achuchaban calentándose sobre la hierba, otras iban de la mano por el paseo de arena camino a Dios sabe dónde y ella seguía empachándose de bombones más sola que la una. Sintió retorcijones en el estómago que nada tenían que ver con los dulces. Eran celos puros y duros. Escuchó alboroto y unas risas masculinas tras ella. Se volvió con curiosidad para ver a un grupo de hombres apalancados en una de las estatuas del parque, bebiendo litronas y hablando animadamente. Algunos parecían moteros, con chupas de cuero y melenas largas atadas en una coleta, pero no vio ninguna moto. Se quedó mirándolos de forma descarada, hasta que uno de ellos, con el pelo color cobrizo fijó su mirada en ella y le guiñó un ojo. Sintió la sangre acudiendo a sus mejillas y sacudió la cabeza, se puso en pie como un muelle. ¡Ya debería estar acostumbrada a tíos descarados como aquél! Tiró la caja vacía a la papelera y sin mirar atrás se encaminó al bar donde trabajaba. No le gustaba llegar tarde.

―Ponme otra Adri, y nada de patatas ―al pinpin‖; un pincho como dios manda, hija.
―Al alioli Ramón, se llaman patatas al alioli ―le puso una jarra nueva y unas higadillas sobre la mesa y le sonrió con picardía―. ¿Son del gusto del señor? 
Asintió y le devolvió embobado la sonrisa. 
―¿Ya te has echado novio, niña? Con esa sonrisa no debería haber quién se te resistiera, pero ya sabes que si te fallan mi corazón sigue esperándote. 
Adriana se estremeció recordando a Rubén, pero cogió entre sus manos pequeñas y pálidas una de las manos del hombre, curtida y morena. Y se esforzó para que su voz sonara chistosa.
―Si no estuvieras casado y no tuvieras tres hijos yo también te entregaría mi corazón, pero el anillo que llevas en el dedo y la edad nos separan. 
―¡Jovencita! La edad no importa si el amor es verdadero ―le dio un par de palmadas en el dorso de la mano, cogió la jarra y un palillo―, veremos si estas higadillas están o no buenas. 

Eran las nueve de la noche cuando el señor Ramón se despedía de ella felicitándole San Valentín como si del año nuevo se tratara. Su jefa no tardaría en llegar, pero aún era pronto para los clientes de siempre. Llevaba trabajando en aquél lugar un año y siempre veía las mismas caras, todos los días se escuchaban las mismas bromas y le regalaban los mismos piropos. Se miró al espejo del fondo y se sintió cansada, o quizás sólo era decepción y frustración. Una hora y media después Adriana andaba de la barra a las mesas sirviendo cenas improvisadas de jóvenes enamorados y jarras de cervezas para grupos de amigos; no tenía tiempo de compadecerse. La tela de su vestido volaba tras ella y tenía calor. Se estaba atando los rizos negros en una coleta cuando la puerta del bar volvió abrirse y vio entrar al grupo de hombres del parque. 
¡Demasiada testosterona y ella sin una pizca de buen humor! 

―¡Ponme una jarrilla, morena! ―el tipo de pelo cobrizo se apoyó en la barra como si fuera suya y le sonrió con suficiencia, haciéndole un chequeo de arriba abajo. Adriana había conseguido esquivarlos el par de horas que llevaban allí, su jefa se había encargado de servirles el alcohol y la comida, pero aquél hombre no había dejado de perseguirla con la mirada desde que entró y ya la tenía hasta los ovarios. Sirvió la cerveza y se acercó hasta el rincón que ocupaba para entregársela. Levantó una ceja ante su mirada fija y antes de que pudiera darle la espalda, el hombre la agarró de una mano y tiró de ella. Sintió sus manos calientes y como la madera de la barra le presionaba las costillas. El semental se inclinó hacia ella para tenerla más cerca y Adriana pudo oler la cerveza de su aliento y el desodorante que usaba. Inspiró con lentitud, disfrutando la mezcla pero con la cabeza fría, aquél era su territorio y no volvería a sacarle los colores. 
―¿Tienes nombre preciosa? ―le preguntó acariciándole el mentón. Se separó de él y lo miró por encima del hombro.
―Sí, creo recordar que mi madre me puso uno. Le dio la espalda y escuchó su carcajada ronca y profunda. Ella sonrió sin que él se diera cuenta y se puso a fregar los cacharros como si fuera lo más importante que tenía que hacer en ese preciso momento.
Eran las dos de la madrugada y Adriana ya había barrido y fregado todo el local salvo la parte que el grupo ocupaba, su jefa se encogió de hombros cuando la miró y ella estaba que trinaba. Al fin se levantaron entre risas y voces y se acercaron a ella para pagar. Hubo un intercambio de disculpas, halagos y un espero veros pronto de la dueña del local. 
Adriana fijó sus ojos en el pelirrojo, que se había quedado rezagado y aplaudió para sus adentros. Tal vez, después de todo, aquél San Valentín todavía podía salvarse. Se acercó hasta él con el cepillo de barrer en la mano. 
―¿Qué me dirías si te espero hasta que cierres? ― le preguntó sin acercarse a ella pero sonriendo con picardía. 
―Si no fuera por ti y tus amigos ya estaría en casa comiendo un kilo de helado ―replicó secamente y él se acercó. 
―Una chica tan guapa como tú no debería estar sola en el día del amor. 
―¿Quieres ser mi premio de consolación? Porque es eso lo que serías, mi chico me ha dado plantón. 
El hombre se llevó la mano al pecho, contrayendo la cara como si acabara de darle un golpe. 
―Eso ha dolido, morena. Pero si tengo que soportar ser un perdedor para estar contigo un rato, lo soportaré.
Adriana quería irse con él, hacía rato que había olvidado al boy scout de ojos azules, aunque debía reconocer que en situaciones normales nunca se hubiera fijado en un motero, pero era eso o volver sola a casa y él se lo estaba poniendo en bandeja ¿por qué rechazarlo y quedarse con las ganas? La improvisación, al fin y al cabo podía salvarle el día. 
―Espérame en media hora en el parque dónde nos hemos visto esta mañana. 
―Donde te he sacado los colores, querrás decir. 
Adriana entrecerró los ojos y le golpeó el pecho con los dedos. 
―Recuerda que eres un premio de consolación, así que no hagas que me arrepienta ―se alejó en dirección a la mesa que antes habían ocupado los amigos y acabó de recoger mientras su jefa hacía la caja. 
―Eres dura morena y me encanta ―le lanzó un beso y le guiñó un ojo―. Nos vemos. 

La calle estaba muy oscura cuando las dos salieron por fin. 
―¿Quieres que te lleva a casa? No veo a tu chico por aquí. 
―Me ha dado plantón, Gema ―apretó los puños para no dejarse llevar por la rabia e intentó fingir tristeza bajando la mirada hacia el suelo y haciendo un puchero―. Pero no te preocupes, me apetece ir andando, vivo cerca. 
Nadie tenía que saber que había quedado con el motero. Al fin y al cabo sólo sería una vez. Su jefa la miró con tristeza, pero no insistió. 
―Mañana es tu día libre, disfrútalo y no pienses en él, no merece la pena ―se dio la vuelta caminando hacia su coche, pero antes de alcanzarlo se volvió y la miró una vez más―. Si necesitas algo llámame, ¿de acuerdo? 
Adriana asintió y esperó a verla desaparecer calle abajo para echar andar con la espalda bien recta, si no se daba prisa llegaría tarde y detestaba no ser puntual. La calle estaba demasiado silenciosa, ni siquiera el maullido de algún gato callejero rompía el hechizo de la noche. Adriana reprimió un escalofrío y miró tras ella, el zumbido de los cables eléctricos la ponía nerviosa, daban a la luz amarillenta del paseo un aspecto más fantasmagórico. La tira de cuero del bolso se le escurrió por el hombro y volvió a colocársela con impaciencia. Podía ver la entrada del parque, la sombra de los árboles y como el viento que enredaba su pelo mecía las ramas y las hojas llenando el silencio de silbidos y aullidos más típicos de las películas de miedo que de la realidad.
La puerta de un coche se abrió y se cerró, escuchó pasos tras ella, que se obligó a no mirar atrás. El corazón le latió desbocado, sus músculos se tensaron y colocó el bolso junto a su pecho, abrió la
cremallera y siguió andando. Los pasos cada vez le parecían más rápidos y una parte de ella quería echar a correr, mientras que la otra le instaba a darse la vuelta y enfrentarse a quien quiera que la estuviera siguiendo. 
Su corazón se relajó cuando tomó la decisión. Contaría hasta cinco: uno…dos…tres… Introdujo la mano en el bolso… Cuatro… Los pasos se detuvieron y escuchó el tintineo de unas llaves. Se giró sobre sí misma y vio la espalda de un hombre entrando a un portal y desapareciendo. 
Adriana suspiró y se rió de sí misma. Volvió a colocarse el bolso y con tranquilidad llegó hasta la entrada del parque y entró. Junto a la estatua, iluminado tan sólo por la punta del cigarrillo que se estaba fumando, la esperaba el motero. Aplastó la hierba mientras caminaba hacia él, cada vez más excitada por como su día había mejorado de forma sorprendente. Sonrió como una loba que observaba a su presa. No sabía si aquello sería un error o no, sentía los nervios bullendo en su estómago, la excitación en su mente. 
―Hola preciosa. Empezaba a pensar que te echarías atrás. Se acercó hasta él dejando entre ambos tan sólo un par de centímetros, la adrenalina que había vivido escasos minutos antes había estimulado su cuerpo y no le disgustaba acercarse tanto a él. 
―Cuando me decido a hacer algo no hay quién me haga cambiar de opinión. Ven conmigo. 
Beso su boca con delicadeza, un simple contacto de labios mientras lo cogía de la mano y tiraba de él. 
El hombre tiró el cigarrillo al suelo y la siguió sin preguntar nada. Diez minutos después llegaron a lo que parecía una nave medio abandonada. Adriana sacó unas llaves del bolso y abrió la puerta, que chirrió. 
―Esto sí que no lo esperaba, eres toda una romántica, ¿eh? ¿Traes a todos los hombres a este lugar? 
La mujer se rió mientras se pegaba a su pecho. Andaban a oscuras, pero Adriana sabía dónde estaba todo. 
―¿No te gusta la aventura, motero? ¿No te gusta jugar? 
―Me encanta, morena. Pero pensaba que iríamos a tu casa o a la mía. 
Y la besó, obligándola a dejar de caminar, pegándose a ella e introduciéndole la lengua mientras la agarraba por la nuca. Ella lo agarró por la cintura, pero no lo atrajo hacia ella. Tras unos instantes consiguió separarse de él. 
―Vamos, sígueme. 
Adriana tanteó la pared, le dio a un interruptor y abrió una puerta. Entraron a una habitación iluminada con una bombilla roja que colgaba del techo. No había muebles, tan sólo una cama con un cabecero de hierro negro. Las sábanas eran de un blanco impoluto y el suelo estaba cubierto de baldosas grandes que reflejaban la luz roja. 
―¡Uau! 
Adriana observó la sorpresa del hombre mientras se desprendía del abrigo y lo dejaba sobre un perchero que había pasado desapercibido. Se acercó hasta la cama y dejó el bolso sobre el colchón. Su vestido blanco se había teñido por la luz, sus rizos negros alrededor de la cara ensombrecieron su rostro. 
―Vengo aquí cuando quiero ser mala. ¿Quieres que sea mala contigo? 
Se sentó sobre la cama, invitándolo a unirse a ella, Adriana sonreía. El motero pareció momentáneamente desorientado, pero se recompuso y dio unos pasos hacia ella.
―¿Y sólo puedes ser mala tú? La mujer no le hizo caso, sacó una tela negra del bolso y palmeó el colchón. 
―Ven, túmbate. Prometo que no será rápido ―y sonrió, con una sonrisa que prometía desenfreno e instintos puros y duros. 
Se deshizo de la chupa de cuero, que dejó caer al suelo sin miramientos. Se quitó las deportivas negras, los calcetines y se subió junto a ella a la cama. Adriana lo tumbó boca arriba, se sentó sobre él y le ató una mano al cabecero, después la otra, con nudos fuertes, de los que no se pudiera soltar. ―Traigo a muy poquita gente aquí, ¿sabes? Eres un privilegiado, nunca olvidaré una noche como esta. 
―Créeme, yo tampoco ―le dijo intentando alcanzar su boca. Adriana le desabrochó los botones de la camisa y acarició la piel de su pecho cubierta por un poco de vello oscuro y rizado. 
―Tienes una piel muy suave, me gusta ―se inclinó para lamerlo y después sacó un objeto largo y brillante del bolso. Lo miró mordiéndose el labio―. Créeme, te dolerá. 
El motero abrió los ojos de forma desmesurada cuando la vio alzar los brazos por encima de la cabeza. En décimas de segundo los hizo descender para que la hoja penetrara en la piel del hombre de forma limpia y rápida. A él no le dio tiempo ni gritar, pero se escuchó un gemido y la sangre comenzó a empapar las sábanas. Le arrancó el cuchillo para clavárselo dos veces más en el estómago, la sangre caliente cubrió las sábanas y su vestido blanco con rapidez. Adriana estaba en éxtasis, echó la cabeza hacia atrás y sonrió con salpicaduras rojizas cubriendo sus mejillas. El motero no se había resistido, ni siquiera lo había intuido, todo había ido a pedir de boca y estaba excitada. Se restregó contra las piernas del hombre muerto hasta alcanzar el orgasmo y después se derrumbó sobre él, manchándose por completo de los fluidos. Cuando se recuperó, se puso en pie y sacó el diario del bolso que había terminado en el suelo. 
Buscó a tientas la pluma y se puso a escribir mojando la punta en la sangre que había empezado a coagularse sobre el pecho de él: 

Sábado 14 de febrero de 2015. 

Cuando pensé que todo estaba perdido apareció él, un motero cualquiera que ha conseguido que este nuevo San Valentín no sea una tremenda decepción…


Espero que lo hayáis disfrutado y recordar que todo los cuentos están registrados en el derecho de la propiedad.

martes, 7 de julio de 2015




Hola de nuevo mis queridos lob@s y bruj@s!!!!

Os traigo un nuevo blog que sigo desde hace un tiempo y que es arte pura.

Se llama Faylinn Art y algunas de las maravillas que pueden verse son estas:


La creadora se define como tímida, paradójica, excéntrica y despistada entre otras cosas, pero es quizás por eso por lo que sea capaz de realizar cosas tan bonitas como estos peluches, además, en la cabecera de su blog podemos encontrarnos con esta cita:

.

¿Cómo no va a gustarme si soy una de las mayores fan que hay de Drácula, la temática de vampiros y Bram Stoker? 

Si os ha llamado la atención o queréis regalaros a vosotr@s mism@s un peluche o muñeca ¿Por qué dudáis en investigar su blog? También podéis encontrarla como artesana en diferentes salones de manga o ferias.

Espero que os haya gustado la entrada y la presentación de "Faylinn Art"
Mordiscos dulces para tod@s ;-)

Como dije ayer en la página de facebook con el mismo nombre que el blog tengo el inmenso placer de comunicaros que me han dado el Premio Shelley al mejor relato de la antología "Mi San Valentin Sangriento".
¿Recordáis que os hablé de ella?
Un tiempo después de que Esther de "El Lado Oscuro" publicara la antología comentó lo de los premios y que podíamos ir votando nuestros favoritos.
Por eso mismo y gracias a todos y todas las que habéis votados he ganado.


¿Eres uno de los que me has votado? ¿Leíste la antología? ¿Sabes de que va mi cuento?






jueves, 2 de julio de 2015

¿El océano esta hecho de lágrimas?
A veces, cuando estoy en modo melancólico creo que sí y en una zona de Galway lo creía firmemente.
Había rocas, agua, aire, mi hermana, yo y la firmeza de creer que si lloras junto al océano las olas se llevarán tus penas a mar abierto para convertirlas en espuma.
En ese rincón de Galway, con sus perros irlandeses en blanco y negro se quedó una parte de mí.






Después tocó comer y coger un bus camino a Cork

¿Qué vimos en los alrededores de Cork?









Blarney Castle con sus alrededores laberínticos, su jardín venenoso y sus árboles gigantes.

Los colores de Kinsale, sus tumbas, su zona de playa y los rincones escondidos...






Y finalmente la vuelta a casa. Varias horas de viaje en autobús hacia Dublín y varias horas de viaje en avión hacia Madrid.
Desde Madrid, algún tiempo más en tren hacía Alcazar de San Juan y desde allí...a casita en coche, que la comida nos esperaba ;-)

Muy bonito todo ¿verdad? Pero resulta más abrumadoramente hermoso cuando estas en el centro de todos esos paisajes.
Así que si tenéis la oportunidad de ir, no la perdáis.










 
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