lunes, 9 de diciembre de 2019

El arcón de cuentos perdidos

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Hace mucho tiempo que no escribo, la última vez desde la perdida de mi pequeña Kyria, pero creo que ha llegado el momento de volver.

Han pasado muchas cosas, tantas, que siento que crear y escribir me devolverán un poco a mi ser. Dar voz a la locura de mis mundos imaginarios y a los personajes que se amontonan en mi mente intentando ver la luz para exteriorizar todas las vivencias que me están formando.

Estoy de vuelta y con este regreso, doy la bienvenida a la sección de "arcón para curiosos" en la que pretendía contar leyendas e historias de diversas partes del mundo y que no llegué a inaugurar. Esa sección se mantendrá, pero esta noche doy luz a un subapartado:



EL ARCÓN DE CUENTOS PERDIDOS

Casa de Macha en la película Son of the Sea

Quizás estamos alrededor de una hoguera, al calor de una manta en el sofá, o sentados frente a las llamas de una chimenea, aunque no hace falta ponerse tan invernales, podemos estar tumbados en el césped mirando hacia la oscuridad del cielo, escuchando música en algún garito con algo de beber frente a nosotros ¿quien sabe? En realidad da igual, estas historias han llegado a ti por alguna razón, así que imagina que se han fraguado en una cabaña rodeada de agua y brisa que huele a magia. En una noche cerrada, poca luz y muchas voces hablando a la vez en una cabeza que quiere descansar. Ponle algo de música de piano o blues a esa mujer que escribe en el ordenador y así sabrás quién soy en estos instantes. Ahora borra todo eso y métete en la historia que os voy a empezar a esbozar y que comienza con una apuesta ¿porque no? 

Cierra los ojos, cuando los vuelvas a abrir estaremos dentro de este nuevo mundo. 
Bienvenido al arcón de cuentos perdidos.


¿Recodáis el mapa del cuento de Peter Pan? Ese en el que se veía las lagunas de las sirenas, el campamento indio y media docena de puntos mas; bueno, pues ahora agrandar un poco ese mapa; si, si, sin miedo, imaginarlo en vuestra mente y añadir en lo más alto de la montaña más alta, en el pico mas nevado, justo dejando atrás el árbol del ahorcado, allí, entre hielo y ventiscas, podrás encontrar reinando con el corazón helado, a la reina de las nieves. 
Ahora enfocar un poco más hacia la derecha, cruzar la roca calavera e id hacia el puente que no se mostró en Peter Pan. Un puente que lleva hacia un bosque oscuro, donde apenas entra el sol, pero se escucha el aullido de un lobo cuando un reflejo rojo ondea en una tela entre las ramas y los arbustos.
Continuad, continuad, abrir vuestra mente y encontrar la torre custodiada por el dragón, en el cielo silba una alfombra y entre otros cientos de personajes, un cazador va en busca de un corazón joven. 

El universo de los cuentos es así, esta todo entrelazado en un popurrí de colores e historias sin unión. 
Cada aventura vive apartada de las demás, apenas si se rozan susurros de maleficios, ni siquiera el viento arrastra a otros mundos canciones o aromas de manzanas, venenos o el sonido del metal rajando la madera de un barco con olor a ron. 
Pero y si... ¿Y si alguien, por ejemplo los polos opuestos de las historias, en una apuesta que surje del azar y el aburrimiento, hicieran caer las barreras invisibles de los cuentos? ¿Qué pasaría si los personajes de unos mundos se vieran e interactuaran con los personajes de otros? ¿Sus destinos seguirían igualmente escritos? ¿O los finales no serían tan felices y de perdices? 

El flautista de Hamelin resopló mientras se cruzaba de piernas en la esquina de aquél mundo de fantasía a punto de cambiar. 
Miró a la mujer y carraspeo antes de hablar:

- Tus finales felices son una mentira. Tus amores predestinados, querida Hada Madrina, una farsa. 

El Hada revoloteaba alrededor. Poco se había indagado en el personaje del flautista, que era un brujo creador de tentación. Sólo necesitaba de la melodía de su flauta, simplemente tararear o silbar, unos movimientos de manos y dedos y cualquier hechizo que el deseara caía sobre su presa. 

- No dices nada mas que sandeces.
-¿Si? -empezó a moverse como si bailara, se encogió de hombros como restandole importancia a lo que iba a decir - ¿Y si los saco de sus mundos y sus burbujas perfectas? ¿Que pasaría si los saco del guión que les has hecho creer y les doy la oportunidad de ser cualquier otra cosa? Una nueva opción para ellos, un nuevo camino que descubrir...
- El amor siempre encuentra al amor. Los malos siempre son malos y los buenos... - Dijo ella cruzada de brazos. 
-¿Segura? Tus malos que son malos sin motivos de peso, tus buenos que no saben hacer otra cosa que esperar que les llueva la mierda - puso los ojos en blanco - y por esa regla de tres, también la suerte porque les has dado vidas enlatadas sin objetivos que les hagan crecer. ¿Estas segura de que no serían cualquier otra cosa? ¿Qué no decidirían andar por senderos más oscuros, mas tentadores, más atrevidos? 

El Hada se sentó junto a él. 
- Creo, que por mucho que se perdieran volverían a su destino y volverían a ser quienes son. 
- Tu invención - le acusó.
El Hada Madrina sacudió la cabeza con sonrisa de suficiencia, como si supiera cosas que el Flautista ni siquiera imaginaba. 
- No cariño, no son mi invención, son la imagen del mundo real. Buenos o malos. A todos les mueve el amor, del tipo que sea. No hay nada más.  
Le dio unas palmaditas en el hombro y volvió a mirar aquél mundo tan grande y pequeño a la vez que se extendía bajo ellos. 
-¿Probamos? - insistió él. 
El Hada se encogió de hombros. 
-Nada cambiará realmente.
Y antes de que añadiera nada más, el Flautista se froto los dedos y silbó. El Hada Madrina abrió mucho los ojos, no acabándose de creer lo que estaba a punto de ocurrir, pero ya era tarde y ella lo sabía; cuando una melodía comenzaba, por pequeña que fuera, el hechizo también lo hacía. 
Este era de color lila, de aspecto sedoso, era la magia del silbido materializándose y creciendo por encima de aquél mapa lleno de personajes ajenos a lo que ocurría por encima de ellos. 
Descendió como la niebla y se expandió como las olas de un mar lleno de fuerza. Los fue alcanzando uno a uno hasta que todo quedó invadido por ese extraño sortilegio que iba a cambiarlos a todos. 

El Flautista sonrió mostrando los colmillos, el Hada se tiró del vestido avergonzada. 
El resto de personajes simplemente cayeron en un profundo sueño. 





















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