lunes, 7 de agosto de 2017

6 de agosto de 2017

     No sé como comenzar a escribir una despedida que lo es y no lo es a partes iguales.
     No sé como disculparme mientras te transmito todo lo que te quiero. Como decir que lo siento sin parecer simple y llanamente egoísta...
Escucho tu respiración y echo de menos tus ronquidos y tu hipo. Hace tiempo que no apoyas la cabeza en el sofá buscando una caricia y que no pones toda tu bocaza sobre mi pantalón reclamando mi atención y dejándome, ya de paso, tu marca favorita de babas; me he dado cuenta, aunque no lo creas y supongo que es por la edad (como cuando dejaste de chupar los cristales de la entrada al salón mostrando los dientes para hacernos reír) Supongo que la vejez nos hace perder algunas costumbres. Es así.


    ¿Te he dicho que te quiero? Si, desde el primer momento en que te vi. Me robaste algo; o no, mejor dicho, me deje robar un trozo de mi misma, una parcelita dedicada a tus ojos y tus picardías. ¿Pero como no me ibas a enamorar con esas pintas de peluche? Te acomodaste en casa como si no fuera un lugar extraño que habías pisado por primera vez. Y hoy, fíjate por dónde, te querías ir para ahorrarnos la despedida.
Perdonanos Oso, la condición humana es así, decidimos por y para vosotros, ya sea desde el amor o la maldad, aunque bien sabes que tu has mandado en nuestros corazones; y siempre nos hemos dejado guiar por el amor.

    Te oigo de intentar levantarte, supongo que la costumbre te hace ir arrastrándote al pasillo ¡uno de tus lugares favoritos!
Nunca hubiera querido esto para ti, de verdad, has empeorado tan de golpe... Pensaba que tendríamos unos días más para hacerlo bien.

    Te escribí un cuento; no lo sabes, ya lo sé. Ni siquiera vas a saber lo de esta carta, pero has sido muy bonito para mi y te mereces cada línea, casa sentimiento, cada punto.
Fuiste capaz de hacerme reír a carcajadas cuando, hace años, perdí la risa. Pero aquél día, gracias a ti, supe que estaba formada por risas y que las necesito para vivir. Me has hecho muchísimo de reír; tu descaro, tu bobaliconería, tu mal carácter y tu forma de preocuparte así, a lo bestia, sin delicadezas ni tonterías. Tu sencillez y que de lo bueno, eras tonto. Nuestro tonto. Te quiero tanto.



    Las miles de fotos me impedirán olvidarme del brillo de tus ojos, o de la postura de gran señor con la que siempre nos mirabas por encima del hombro. El rey de mi corazón. Eres uno de los amores de mi vida, con babas incluidas (sigo pesando que las teníamos que haber patentado, como las babas de caracol)

Creo que ya estas en la zona del pasillo que querías, has rascado el suelo y tu respiración parece más tranquila. La casa no será la misma, mi Oso Mohoso, porque ya no nos impedirás que salgamos por la puerta con tu cuerpazo, ni nos mirarás con indignación cuando, sin querer, te hemos pisado la cabeza o el pelo porque pareces una alfombra negra en mitad del salón o el pasillo.


    Nos has regalado tiempo, lo sé, pero creo que se me ha escurrido de entre los dedos, y me pregunto si, a pesar de haber fallado tantas veces, en general, lo hemos hecho bien. Creo que si. A veces.

7 de agosto de 2017

    Te has ido muy rápido. El cansancio de la vida, supongo. Nueve años y medio en un perro de tu raza, envergadura y peso, no es moco de pavo.
No te has resistido, tu respiración no se ha alterado y estabas tan fresquito después del baño... Creo que ha sido el mejor momento.
Ha venido mucha gente a despedirte ¡y es que te hacías de querer, cabroncete!

    Pero ahora a la casa le sobra espacio, el salón tiene demasiado suelo y el pasillo es demasiado largo sin ti.
No creo en cielos Oso, no creo en espacios a los que ir al morir. Creo en energías que se dispersan y/o acumulan a necesidad.
Tu te has dispersado, hay un poco de ti en casa, en todo ese espacio que a mis ojos parece vacio; otro poquito esta en el campo y también en cada cosa que es tuya.

    Tu energía siempre ha sido muy familiar, eras feliz en casa. Boris por ejemplo, era una energía salvaje, Lua una energía indomable e Ikky un rayo de sol con una energía calmante y positiva.
Ya hablaré otro día de Sholty y Kyria.

Tus mirada era preciosa y tu costumbre de comerte el papel de mis mocos un poco asquerosa, la verdad. Aunque si me pongo a recordar cosas asquerosas que han pasado por tu tracto digestivo, hijo mío no sales bien parado, Yara es testigo de ello.
Creo que no voy a saber elegir entre el recuerdo más bonito, el más divertido o el mejor; reconozco que estoy tan cansada que me cuesta pensar en algunos, pero es cuestión de tiempo, poco a poco irán surgiendo, la memoria es así.
Recuerda que el vacio que has dejado dentro de mi es proporcional a tu tamaño. Enorme, como tus patazas, tu cabeza, tu cabezonería... Me encantaba tu personalidad, si hubieras sido humano Yara y yo teníamos claro que hubieras sido un sinvergüenza.





Mama lleva razón, es todo más fácil. Y más triste.





















Eres mi Oso Rey
 










 
© 2012. Design by Main-Blogger - Blogger Template and Blogging Stuff