domingo, 12 de enero de 2020

Capítulo 5 - De verdades y sus versiones

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1 - Si acabas de llegar, lee esto para ponerte en situación
2 - Vamos al meollo: Capítulos 1, 2 y 3
3 - Capítulo 4




CAPÍTULO 5 - DE VERDADES Y SUS VERSIONES





Se estiró y levantó la cabeza al notar algo suave que lo envolvía. Estaba arropado y metido en una cama mullida a la que no recordaba haber llegado. En realidad sólo recordaba el dolor, una música que nunca antes había oído y los ojos grises de una mujer que tampoco había visto antes. Se giró colocándose boca arriba y sus ojos miraron hacía el lugar del que provenía la luz, un ventanal enorme y justo en el medio la figura de una mujer que miraba hacia fuera, envuelta en una capa y con el pelo negro cayéndole sobre los hombros y en cascada por la espalda hasta las caderas.
Carraspeó, no sabía que otra cosa hacer. Ella miró ligeramente hacia atrás, sin volverse y continuó mirando a través de la ventana.
-¿Cómo te encuentras?
Suspiró silenciosamente para que ella no se diera cuenta, pero le había quitado un peso de encima al romper el silencio de dos desconocidos que se juntan por causas del destino.
-Bien - vaciló - o al menos eso creo. Hay muchas cosas que no recuerdo, ni siquiera haber llegado hasta aquí.
Por fin se giró hacia él, avanzó un par de pasos hacia la cama y se paró, sonriendo unos breves segundos, se abrazó a si misma y mantuvo las distancias.
El olor a manzana que salía de la piel de ella llegó hasta él, que inspiró en profundidad y se removió inquieto bajo las sábanas.
-Me lo pusiste un poco difícil, andabas medianamente bien hasta llegar aquí y traspasar la puerta. Me tuvo que ayudar el mesonero a subirte. Te vi una herida un poco fea en el costado al tumbarte en la cama, no me había dado cuenta antes porque la tenías seca y con costra, pero se abrió cuando te movimos.
Se abrazó un poco mas a si misma y miró hacia el suelo, avergonzada. Él salió de debajo de las sábanas y se dio cuenta de que iba desnudo cuando ella intentó que no se incorporara.
-¡¡Espera, espera!! - soltó una risa y se tapo los ojos de forma cómica mientras él volvía a taparse - no es que me de vergüenza verte, en realidad estas bastante bien, pero supongo que no esperabas encontrarte sin ropa; ya estabas así cuando te encontré en el bosque, te puse mi capa pero te la quite para lavarla cuando llegamos aquí. Al fin y al cabo metido en la cama no la necesitabas - Se encogió de hombros - El dueño de esto me dejo ropa para ti.
-Creo que necesito lavarme antes de ponérmela.
-Hay una pila con agua en la otra habitación - dio varios pasos sin saber muy bien que hacer o a donde ir - supongo que lo mejor será que baje y te de intimidad.
Él pareció salir de un trance y la miró.
-Si no te importa preferiría que te quedaras. - agarraba las mantas con los nudillos blancos. - Ni siquiera se como llamarte y has hecho mucho por mi, pero si no te importa quedarte, te estaría eternamente agradecido.
Ella asintió y fue nuevamente a la ventana para darle algo de espacio. Él salió sin pudor de la cama y buscó el agua.
-¿Me podrías decir como te llamas?
Se pasó la mano por el pelo y lo miró a través de la puerta abierta, sin remordimientos por observarlo lavarse. Él tampoco pareció sentirse cohibido.
-Podría mentir y decirte que no me acuerdo, porque en verdad tengo lagunas sobre quien soy - intentó sonreír, pero el intento quedó tan sólo en un amago de sonrisa. Clavaron los ojos el uno en el otro y los de ella, grises y tristes parecieron implorar - pero lo que recuerdo no me gusta ni lo entiendo ¿crees que podrías ayudarme poniéndome un nuevo nombre?
Asintió.
-¿Crees que será suficiente?
Ella negó con la cabeza.
-Pero a lo demás me enfrentaré cuando llegue.

Bajaron al cabo de un rato y encontraron jolgorio y baile entre los huéspedes. Él no se sentía cómodo y ella tampoco, de forma inconsciente los dos se dirigieron a la esquina más sombría y se sentaron. El Flautista los observaba apoyado en la barra, había tal mezcla en su sala que podría saltar la chispa en cualquier momento, aunque que aquellos dos no se separaran le resultaba, cuanto menos, curioso.
El volumen de la música subió como si seres invisibles tocaran flautas y cuerdas y el Flautista siguió contoneándose y sirviendo.
Un par de enanos alzaron apuestas y el resto grito vitoreando, Caperucita brindo con su acompañante, y lo sacó a bailar.
Ahí fue cuando nuestro hombre clavó los ojos en ella, en su pelo cobrizo y el reflejo rojo que ondeaba a su alrededor mientras bailaba agarrada del hombre con el chaleco de colores y ojos felinos.
Ambos se reían abiertamente, desinhibidos, pegados cuerpo a cuerpo.
La mujer de ojos grises vio como su acompañante cerraba los puños y sus nudillos se volvían blancos. La mandíbula rígida y los ojos totalmente fijos en la joven y su pareja de baile.
-¿La conoces?
No respondió y al ver su fijación le dio un meneo en el hombro que lo sacó de su obsesión. Cuando finalmente la miró, vio algo salvaje bailando en sus ojos oscuros, un ser distinto al hombre herido y frágil que se había encontrado y que parecía mantener una lucha violenta en su interiror.
-Vuelvo a preguntar, ¿la conoces?
Cerró los ojos y se tapó la cara con las manos, parecía atormentado.
-No. Creo -negó con un gesto de cabeza mientras sus labios se volvían rígidos -No lo sé. No tengo ni idea y aún así al verla he sentido que perdía el control, como si algo intentara salir de dentro de mi y quisiera ir a por ella.
La mujer enredó los dedos en el pelo de su nuca y le acarició la piel intentando calmarlo, al cabo de un rato los hombros se le relajaron y suspiró, pero no volvió a mirar hacia la improvisada pista de baile.
-He encontrado un nombre para ti. - dijo de pronto mirándola por el rabillo del ojo, como si aún estuviera avergonzado de su comportamiento anterior y no pudiera enfrentar su mirada gris.
-¿A sí? Dime.
Ella bebió de su vaso y le hizo un gesto al Flautista, que le guiñó un ojo y asintió.
-A partir de ahora serás Diya. - se encogió de hombros - no sé si será más bonito o más feo que tu nombre anterior. Significa luz, esplendor, y creo que te has convertido en eso para mí en esta nueva vida que estoy transitando entre tinieblas.
Durante unos instantes dejó los movimientos circulares en su nuca, pero los retomó al asimilar sus palabras y pensar.
-Me llamaban la Reina Malvada, es lo único que recuerdo bien - susurró - Así que, aunque tu nombre no haga justicia a mi anterior vida, creo que puede guiar con buenos pasos la nueva vida que estoy empeñada en tener. En realidad me llamaba Grimhilda. ¿Como debo llamarte a ti?
Él se estremeció.
-Si te digo que nunca he tenido nombre ¿me creerías? No recuerdo que nadie me nombrara, sólo que se atemorizaran al referirse a mí como una leyenda, como un algo que puede comérselos en mitad de la noche, en cualquier momento. -Finalmente la miró, agarró entre sus manos la mano libre de Diya y le sonrió - Aún así, llámame Daren.

El Flautista los interrumpió y sirvió las bebidas.

-¿Necesitáis algo más?
Ella negó con la cabeza, pero lo reparó para que no se fuera.
-¿Tienes lo que te pedí?
Él asintió. Arqueó la ceja mirando al hombre sentado a su lado y ella dio el consentimiento para que hablara.
-Las respuestas que buscas las puedes encontrar en la torre más alta de un castillo internando en el bosque del que salisteis. No bajes, sube siempre para encontrarlo, pero recuerda que a veces saber la verdad es doloroso y nos marca un camino en el que no se puede retroceder. Lo que descubras, hará de ti lo que te dejes.
- ¿Y él? ¿Cómo puedo ayudarlo?
Daren abrió los ojos pero no dijo nada.
-Su lucha es distinta a la tuya y aún así habéis entrelazado vuestros destinos, así que de alguna forma podrás ayudarlo a liberarse o condenarse; pero en el fondo, toda decisión depende de él. - miró hacia el resto de la gente y luego volvió a mirarla - No todos están hechos de magia como tú y quizás como él, por lo que vuestro interior tiene tanta luz y oscuridad como vosotros dejéis entrar.
Cogió los vasos vacíos y volvió a mirarla.
-Tenéis todo listo para salir cuando queráis - echó una mirada hacia los bailarines - aunque yo no me demoraría por lo que pueda pasar con tu acompañante, porque estos no parecen tener prisa.
-Ya te hice el pago, ¿te debo algo más por la advertencia?
El Flautista negó.
-Una manzana mágica es suficiente, guarda el resto y recuerda que te ayudaré en lo que necesites, pero no sólo vas cargando con tu destino, también cargas con el de él, al menos hasta que empiece a tomar decisiones. Sé prudente. - Le guiñó un ojo - La verdad tiene muchas caras y siempre depende de los ojos que la vean y las mentes que la vivan. Recuerda siempre construir la tuya y no dejarte llevar simplemente por la de los demás.
Se encogió de hombros, se fue sonriendo pero tras un par de pasos se volvió hacia ellos.
-De momento reconozco que sois mis favoritos, pero no se lo digáis a nadie. - Se llevo el dedo índice a los labios, antes de irse les sonrió.




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