martes, 16 de enero de 2018

Que puedo decir, salvo que la adoro. Que hay algo entre ella y yo que no necesita palabras.

Discutimos, nos reímos con tan sólo mirarnos a los ojos y sufrimos, como cualquier ser humano que se permita el lujo de amar. Nos equivocamos y nos esforzamos en no cometer los mismos errores y en no hacer daño por el placer de hacerlo.
Soy un poco de su conciencia y ella un poco de la mía, porque vemos las cosas de la otra con una perspectiva que es imposible en primera persona. Almas gemelas, lo diré siempre.

Se ha vuelto a ir, a visitar el trozo de corazón que dejó en Irlanda, a insuflarse los pulmones con el aire húmedo de aquél país esmeralda; de su música, del ritmo de aquella vida tan distinta a la que lleva aquí.

Mi pequeña viajera, este año cumplo 30 y es muy posible que no estés aquí, en la fiestecilla que montare con mucha ilusión, pero eres espectadora de cada cambio en mi vida, cada fase, cada prueba y eso me consuela, porque siempre estás, aunque nos separen tantísimos kilómetros.
Nos vemos en carnaval, sigo preparando los detalles del disfraz para que todo esté medio listo cuando vengas.
Aprende mucho estas semanas, de lo que te rodea y sobre todo de ti misma, nunca sabemos donde están nuestros límites hasta que los rozamos con la yema de los dedos y sentimos el viento del borde del acantilado.

Te quiero mucho y mil, gorrión

 
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