sábado, 23 de abril de 2016

Día del libro: Perro robusto vs lémur

4 comentarios:
 



¿Dudábais que fuera a estar aquí en un día como hoy lob@s y bruj@s?
Es un día marcado, un día que podría (debería) estar en los calendarios de todas las casas y que, por supuesto a mi me encanta.

Estar rodeada de libros es una maravilla, la textura, el olor, los mundos a los que te llevan o cuanto te hacen pensar y te enseñan.
Cada página, cada frase, cada palabra ha sido puesta en ese lugar de forma concienzuda. El escritor no ha puesto las comas y los puntos al tuntún, sólo quiere hacerte la lectura más fácil, para que te adentres en su mundo de puntillas, con cuidado de entenderlo todo, con agilidad para enfrentarte a los gigantes, o con fortaleza para sentir lo que los personajes sienten, y puedas asegurar que en la vida real podrías encontrarte un puñado de esos protagonistas de novela a la vuelta de la esquina, bailando en un bar, trabajando de cajero, paseando a sus mascotas, hablando por el móvil...

¿Cómo voy a celebrar el día del libro con vosotr@s?
Pues os traigo el fragmento de un libro del que os he hablado con anterioridad (el texto contiene spoiler) "La Gargola" de Andrew Davidson y comparto también un deseo íntimo, el de que quizás en un futuro podamos celebrar juntos este día con el fragmento de una novela propia ¿por qué no?


"Durante la fiesta me sentí extrañamente aliviado. Marianne Engel había mostrado un afecto tan irracional hacia mí desde nuestro primer encuentro que temía que su cariño fuera a desaparecer tan abruptamente como había empezado. Las relaciones se rompen, está en su naturaleza. Lo hemos visto miles de veces, incluso en parejas que estábamos seguros de que "iban a lograrlo".
Conocí a una mujer que imaginaba el Amor como si fuera un perro robusto, uno que siempre perseguía el palo que lanzabas y que te lo traía moviendo las orejas de pura felicidad. Totalmente fiel, totalmente incondiconal. Y yo me reí de ella, porque hasta yo sabía que el amor no era así. El Amor es algo delicado que hay que mimar y proteger. El Amor no es robusto ni inquebrantable. El Amor puede desmoronarse por sólo unas palabras duras o echarse a perder por un puñado de descuidos. El Amor no es en absoluto como un perro fiel, sino que se parece más a un lémur pigmeo.
Si, eso es exactamente el amor: un primate pequeño e inquieto cuyos ojos están permanentemente abiertos en una expresión de terror. Para aquellos que no sepan bien qué aspecto tiene un lémur pigmeo, imaginen un Don Knotts o un Steve Buscemi en miniatura vestidos con un abrigo de piel. Imaginen el animal más bonito que puedan y luego imaginen cómo quedaría después de que lo hubieran estrujado tanto que le hubiera quedado una cabeza sobredimensionada de la que emergieran unos ojos saltones. El lémur parece tan vulnerable que uno no puede evitar pensar  que en cualquier momento un depredador se precipitará sobre él y se lo llevará. 
El amor de Marianne Engel hacia mí parecía construido sobre un pretexto tan endeble que podía derrumbarse en cuando saliéramos por la puerta del hospital. ¿Cómo podía un amor basado en un pasado ficticio tener un futuro real? Era imposible. Era un tipo de amor condenado a perecer en las fauces de la vida real.
Ése había sido mi gran temor, pero aquella Navidad me había mostrado que el amor de Marianne Engel no era endeble. Era robusto, musculoso, enorme. Creí que sólo podía llenar mi habitación en el pabellón de quemados, pero llenaba el hospital entero. Y lo que era más importante, su amor no estaba reservado sólo a mí, sino que lo compartía generosamente  con extraños, con gente que no creía haber conocido en el siglo XIV. 
Toda la vida he oído historias absurdas sobre el amor, que cuanto más das, más recibes. Eso siempre me ha parecido una violación de los principios matemáticos más básicos. Pero ver a Marianne Engel compartir su amor con tanta gente despertó en mí el más romántico de los sentimientos: el opuesto a los celos. 
Me alegraba que el amor fuera el estado natural de su alma y no una aberración construida sobre sus fantasías. Su amor no era un lémur, un animal que había recibido ese nombre porque los exploradores portugueses de Madagascar observaron ojos enormes y brillantes observándoles desde los bosques mientras estaban sentados alrededor de sus hogueras. Convencidos de que aquellos ojos pertenecían a los espíritus de sus compañeros fallecidos, bautizaron a los animales con un nombre que en latín significa "espíritus de los muertos"."

Ya veis lob@s y bruj@s, me parece un texto perfecto para este día de lluvia primaveral, de nubes y sol a destiempo. Un día de libros y rosas. De fiesta y melancolía.

Y vosotros que decís: ¿Lémur o perro robusto?

FELIZ DÍA DEL LIBRO




















4 comentarios:

  1. Me gusta la idea: que en un futuro podamos celebrar este día citándonos fragmentos de nuestros propios libros. Si!! Yo te citaré, seguro.

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  2. <3
    Perro robusto y lemur son muy buenas definiciones para diferentes amores :)

    A la espera de compartir en un día como hoy (ayer) un fragmento de tus obras!

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