domingo, 22 de marzo de 2020

CAPÍTULO 10: LOS MISTERIOS DEL DESIERTO

1 comentario:
 
¿Te falta algo que leer? Aquí el resto de cuentos antes que este

Como prometí en instagram cuando llegaramos a las 30000 visitas, daría vida a uno de los personajes que me pidierais.
Aquí esta el principio de su historia.
aquí puedes empezar a seguirme en instagram.

Debido a la situación que estamos viviendo en España con el virus (COVID 19) que se esta paseando por todo el mundo y con el estado de alarma en el que estamos inmersos en mi país y en muchos otros, he planteado hacer esta semana un directo en instagram. 
Estoy pensando en hacerlo el miércoles 25, así que únete a mi en aquél mundo bruj@ y lob@.

Y ahora disfruta del nuevo cuento:

 CAPÍTULO 10: LOS MISTERIOS DEL DESIERTO. 


Merlín había abierto el paraguas para que el sol no le diera en los ojos. Nunca había sentido tanto calor y además estaba totalmente perdido. Había dejado atrás su cabaña, el bosque, los árboles y ahora andaba luchando contra arena para abrirse paso y encontrar el camino que lo llevaría al origen de aquella música, que ahora se le antojaba infernal. ¿Su sentido de la orientación? Nunca había tenido mucho, él siempre andaba con miles de pensamientos y olvidando dos mil ciento uno.
Miró al cielo, Arquímedes volvía a refunfuñar sobre su hombro y ya ni siquiera se entretenía en oír lo que murmuraba.
Tarareó una melodía al azar, quizás de algún recuerdo que no se había borrado del todo en su mente pero que no conseguía situar y alejó durante unos instantes el irritante sonido que no paraba de penetrar en sus pensamientos, como si sólo existiera eso en la vida. Empezaba a odiar esa música y gimió de frustración. El búho puso los ojos en blanco.
-Eres mago ¿no puedes hacer simplemente que desaparezca?
Merlín giró el rostro hacia él y se colocó la gafas mientras asentía.
-Soy mago ¿no? Claro, por supuesto. Eso lo puedo hacer.
Su entrecejo se arrugó.
-Pero ¿cómo lo hago?
El búho bufó.
-Canta tu otra canción.
Los ojos del mago se abrieron de par en par. Era una buena idea.
-Hokipi...-murmuro la otra melodía que oía en su cabeza, aunque no se sentía seguro- En realidad no sé que podría cantar ¿O sí?
Se arremangó casi tirando a Arquímedes y durante unos segundos guardó silencio para escuchar a su interior, después sus labios empezaron a moverse y el sonido tardó unos pocos segundos más en aparecer.
-Hokipi Pokiti, hokipi pokiti, hokipi pokiti... - repetía sin cesar y poco a poco surgieron más y más palabras, hasta que empezó a bailar y cantar, todo a la vez, cada vez más liberado, más consciente, aún sin recuerdos, de su propia esencia. Cerró el paraguas y lo movió a su son, se sentía divertido, con ganas de saltar y jugar. como si hubiera rejuvenecido años y por fin, sin darse cuenta, dejó de oír aquella otra melodía que volvía loca su cabeza y grito de felicidad.

-¡¡Arquímedes ya no la oigo!! Soy libre por fin ¡libre!
Dio patadas a la arena, se enterró sin querer hasta la rodilla y volvió a saltar saliendo de ella. Hasta que de golpe, en una de esas cabriolas, se golpeó el pie con un objeto duro y muy brillante.
-¡Auch!
Se frotó la piel dolorida y se acuclilló frente al objeto dorado sin atreverse a tocarlo pero con deseos de hacerlo.
Alargó la mano, la alejó y volvió a alargarla hasta que cogió ese brillo entre las manos y lo observó con el ceño fruncido. ¿Qué era aquello?
-¿Qué es Arquímedes?
-De por aquí ya te digo que no.
-¿De por aquí? Estamos en otro mundo, vieja rapaz loca, hemos salido del nuestro ¿qué será?
Se lo acercó a la oreja.
-¿Hay alguien ahí? - oyó que salía una voz desde dentro. Merlín casi soltó la lampara del susto.
-Este cacharro habla Arquímedes. -El búho lo miró desde lejos, había salido volando nada más oír esa voz enlatada - ¡Hay alguien encerrado aquí dentro!
-Suelta eso y vayámonos de aquí, el mundo se ha vuelto loco y da miedo.
-Ven aquí cobarde, tenemos que sacarlo de ahí dentro.
Sacudió la lampara intentando que el huésped cayera desde dentro al suelo cubierto de arena fina.
Pero no cayó nada, tan sólo volvió a oírse aquella voz gritando, casi imperceptible.
Merlín se sentó en la arena, su piel oscura aún lo parecía más después de tanta exposición al sol, los chorros de sudor le caían desde la frente hasta el cuello y se perdían por debajo de la túnica azul, pero aquello no parecía importarle, el enigma de aquél objeto exótico había ocupado toda su atención y el calor había había pasado a un tercer o cuarto plano.

Quizás pasaron horas, el sol comenzaba a esconderse y llevaba rato sin escuchar murmullos dentro de aquél metal.
-¿Se habrá muerto?
Arquímedes ni siquiera lo miró, estaba metido dentro del maletín con tan sólo una franja abierta para mirar al mago, pero si bostezó.
-¿Crees realmente que algo que está ahí metido se va a morir porque tu no lo saques? A lo mejor es como este maletín, que lleva toda tu casa dentro. A lo mejor vive en un palacio lleno de fuentes de agua fresca y comida a la que solo unos privilegiados pueden acceder.
-O una cárcel.
-Tu siempre tan optimista. - bufó
-Que no haya entendido lo que decía no implica que no reconociera un grito pidiendo ayuda. Una persona que esta a gusto en un palacio lleno de fuentes y comida no grita al oír una voz en el exterior.
Su compañero siguió mascullando dentro del maletín y él siguió dándole vueltas a la idea de que aquello fuera una cárcel.
¿Podría sacarlo cómo había hecho desaparecer la música del interior de su cabeza?
Miró hacía el cielo que se cubría de estrellas, en el horizonte quedaba aún el asomo de un sol rojizo que se escondía, pero hacía rato que no se limpiaba el sudor de la frente y eso le sorprendió. Una brisa fría le recorrió la nuca y supo que tenía que darse prisa.

Dio varios toquecitos al metal, como si llamara a una puerta y susurró muy cerca de la apertura.
-No te preocupes, te sacaré de ahí como sea.
Dejó la lampara en el suelo, volvió a remangarse pese al frío que empezaba a provocarle escalofríos y dijo las mismas palabras que había usado hacía unas horas. Nada.
-¿Y si pruebas a usar la varita? - soltó de forma despectiva su compañero.
Merlín asintió y sacó de un bolsillo interior la madera que tan perfectamente se amoldaba a su mano. Unos giros de muñeca, unos estiramientos, un poco de concentración...
Sacudió la cabeza.
-No sé lo que estoy haciendo.
El búho voló hacia él llevando consigo la maleta y le dio un golpe con el ala.
-¡Espabila! Concéntrate, olvídate de lo que hay a tu alrededor y fija tu intención en esa cosa rara que parece para servir el té. Piensa en su forma y siente al mago que eres dentro de ti. Déjate de tonterías.
Merlín lo miraba sin dar crédito y creyó que se sonrojaba por el calor que le subió a las mejillas de golpe, llevaba razón. Debía sentir al mago que llevaba dentro.
La luz era un línea fina en el horizonte y ya empezaba a entremezclarse de azulón y negro. Las estrellas sobre él brillaban con intensidad y pudo ver reflejada en la lámpara la vía láctea. Se concentró en las formas, en lo fría que era al tacto, en lo pulida que estaba y en que parecía oro de verdad. Se fijó en la forma y la imaginó igualmente por dentro, pero con más colores y con una luz cálida, allí no hacía ni frío ni calor.
Su muñeca dio varios giros sin que él pudiera controlarla, después un toque, unas palabras susurradas que se grabaron a fuego en su mente y que lo conectaron con la magia que vivía en él y...
Cuando abrió los ojos no había cielo, no había arena, si no un suelo cubierto de alfombras y un techo dorado con telas de mil colores colgando de cada rincón.
-¿Dónde estamos Arquímedes?
Lo buscó a su lado, el búho se tapaba los ojos con las plumas y movía la cabeza de un lado para otro.
-En mi casa - dijo una voz cantarina.
Levantó los ojos y se encontró a un ser del color de su túnica.
-No sé como habéis conseguido meteros dentro - se paso una mano por una calva tan azul como el resto de su cuerpo.
Merlín se mordió el labio levantando la mano.
-Culpable.
El otro ser se acercó a él flotando por encima del suelo, no tenía pies. Se tocaba la barbilla mientras giraba alrededor del mago y el búho, pensativo, haciendo más pequeños son ojos grandes. Interesado y cavilando.
-Encantado, culpable. Soy el Genio de la lámpara y si habéis entrado, supongo que podrás sacarnos de aquí.
Un sillón apareció de la nada y el genio se sentó en él soltando una gran carcajada.























1 comentario:

  1. JAJAJAJAJJAA no he dejado de imaginarme al dibujo de Merlin todo disperso

    ResponderEliminar

 
© 2012. Design by Main-Blogger - Blogger Template and Blogging Stuff