domingo, 7 de octubre de 2018

Primera semana Rectober

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Tal y como os dije voy a compartir con vosotr@s lob@s y bruj@s los primeros dias del Rectober

¿Tenéis ganitas?

Día 1: Comienzos

Todo comienzo requiere un sacrificio, una toma de decisiones que te lleva al precipicio de un nuevo camino. 
Te alejas de una opción para embarcarte en otra y comienzas, con miedo, dudas y esperanza. 

Comienza mi reto, mi cambio de hábito y mi deseo de adquirir una nueva rutina. Mis dedos vibran, mi bolígrafo esta listo. 
Octubre va a ser un mes interesante...

Día 2: El silencio vuelve a sonar 

Me envuelve el sonido del ambiente y no es silencio, oigo coches a lo lejos y la tierra parece vibrar, muy suave, muy bajito, como el ronroneo de un gato, pero no es silencio. El murmullo del río que me canta. Cierro los ojos. No pienso. No lo oigo y eso si lo es. Un silencio que quizás, por la falta de costumbre me resulta tan duro, tan difícil; no oír nada, ni un suspiro de resignación, ni un carraspeo llamando mi atención. Me siento vacía o mas bien incompleta. Aprieto las pastillas en mi mano y las lanzo con fuerza al agua. 
Es cuestión de tiempo que pase el efecto y en medio de este silencio ensordecedor, vuelva a oír su voz hablandome.

Día 3: Siempre hay espacio para un abrazo más 

Siempre me han gustado los abrazos, aunque doy poquitos y a muy poquita gente. Pero supongo que como con todo, hay que dar con las personas adecuadas para sentir los abrazos como algo más que un simple rodear de cuerpos. 
Es un lenguaje en sí mismo, una expresión cuando la energía del otro y la tuya se entremezcla. Absorbes el peso de la vida y encuentras, a veces, en la persona indicada, un hogar y un bálsamo. 

Y es que siempre hay espacio para un abrazo más si la persona que tienes enfrente merece el riesgo de desnudar un poco tu alma. 

Día 4: Memoria 

Amanece.
Mira a su alrededor y alza el vuelo desde su hombro. Justo al lado, su hermana da varias vueltas alrededor del asiento de él y avanza. 
Oyen las mismas palabras de todos los días arrastradas por el viento y que las aventura a ver y aprender todo cuanto se ponga ante sus ojos. Miles de vidas, miles de historias y recuerdos acumulados y guardados para él.
Algo en el mundo que despierta abajo atrae su atención. Desciende su vuelo junto a su hermana. La tierra escupe fuego. 
La ira de un dios olvidado.
-Es tan sólo un volcán en erupción - mira como su hermana rodea las columnas de humo mientras las cenizas cubren sus plumas negras - Avisaremos al volver, por si trae complicaciones. 
Sólo asiente, parecen iguales pero no lo son; mientras que su hermana es práctica, un acumulo de conocimientos y hechos; la maldición que ella porta es recordar al ser que habitaba en las entrañas de aquella montaña y sentir que lo poco que queda de él se esfuma en forma de ceniza con el viento.
Una vuelta al mundo y el sol comienza a descender. Toca volver para hablarle de todo lo que ocurre fuera de sus muros.
Pero esta agotada, cansada de almacenar los recuerdos desde el comienzo del mundo.
- Ve tú - le dice a su hermana, que la mira y parece horrorizada.
-No puedes hacer eso.
A Munnin le da igual y vuela hacia la puesta de sol.
-¿Qué será de Odín sin su memoria? - Le pregunta Huginn.
-No será nada - susurra ella.

Día 5: Kodamas y lluvia 

Decían que la tierra estaba poblada de ellos, que habitaban cada árbol y defendían los bosques con fiereza. Algunos los recuerdan como seres pacíficos, pequeños e inofensivos; otros, simplemente recuerdan sus gritos. 
Yo aún tengo en mi memoria el sonido de sus lamentos y no hay palabras que lo definan.

Vivían en tiempos de lluvia, en los que el sol acariciaba la piel y no la abrasaba. Tiempos en los que el viento te cantaba a través de las hojas de los árboles y paseabas sin miedo a la luz del día o la aridez de la noche. 
Eran tiempos fáciles.
Ahora son tiempos para la supervivencia.

Día 6: Puedo imaginarte 

Todo comenzó con tu nombre y creí oír tu voz en mis sueños: Dulce y armoniosa, de las que susurran al oído y se te eriza la piel.
Después de la voz, intuí tu piel sedosa y caliente por el sol.
Me hablaron de tu gesto sonriente e imaginé tu sonrisa un poco torcida, dándote un aspecto más inocente a la par que travieso. 
Y aunque no me hablaron de tus ojos, me los imaginé oscuros, quizás, tan oscuros como la noche y con el brillo de la estrella polar atrapada en tus iris.

Me muerdo las uñas nerviosa mientras espero y pienso que no he podido imaginar tu olor.
Me sobresalta un carraspeo y giro el rostro hacia el sonido, me pongo en pie y me presento.
Por fin te oigo, un acento sutil, un ligero temblor al pronunciar tu nombre en la presentación correspondiente y me estremezco por dentro. Doy un paso para acortar las distancias y siento el calor que emanas, un beso en cada mejilla y tu olor en mi nariz, inhalo y me agarro a tu brazo. Asciendo hacia el hombro, no estas tenso, deslizo los dedos por tu cuello y siento la suavidad de tu piel hasta llegar al nacimiento de la barba. Sonrío. 
Acaricio la barbilla, el pelo sedoso y las ondas de tu sonrisa. Cojo aire y me atrevo a rozar tus labios, el aliento que sueltas calienta la yema de mis dedos y crea cosquillas en mi espalda.
- ¿Me imaginabas así? - preguntas. 
Asiento ¿cómo decirte que siempre he sabido como eras? 



Sé que me falta el día siete, que corresponde a hoy domingo, pero no me da tiempo de más querid@s lob@s y bruj@s. 
Recordar que me encanta leer vuestros comentarios y que no es necesario que os cortéis si os apetece compartir algo.
¿Os habéis animado a participar en el reto? Aún estáis a tiempo...
 









 

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