lunes, 12 de diciembre de 2016

Alicante vikingo

1 comentario:
 
Como casi todos los viajes que hago, mi trayecto comenzó en un tren; que nos llevo desde Alcázar de San Juan al propio Alicante.
Nuestro viaje en el tiempo hacia la era vikinga iba a ser expres, 24 horas para ser exactos. Pero puedo aseguraros que ese tiempo es suficiente para que nos pase de todo a mi hermana y a mi:


Tras unas tres horas de trayecto, mas o menos, llegamos por primera vez a la estación de tren de la ciudad costera, íbamos con dos cosas en mente, bueno, en realidad tres:
  • Ver el museo vikingo
  • Ver el castillo de Santa Bárbara
  • E ir a nuestro ritmo, paseos y relax....
Los gps del móvil son super prácticos a la hora de ubicarte cuando llegas de nuevas a un lugar y aún no tienes mapa, además cogimos un hotel que no estuviera muy lejos de la estación como nuestro tiempo de turistas era corto, asi que en unos 10 o 15 minutos andando encontramos el hotel. Yo estrenaba mochila/maleta así que iba bastante contenta (resfriada pero feliz de estar tan cerca del museo vikingo) lo que no esperábamos era el calorazo que nos esperaba en la dichosa ciudad. Podríamos habernos llevado un bañador y acabar sin ningún tipo de problema en la playa como otras muchas personas, pero como íbamos un par de días antes de la fiesta de los santos, pensábamos que ir sin chaqueta pero con manga larga iba a ser suficiente y tanto que lo fue...sudando queridos lob@s y bruj@s, sudando...

Cogimos un alojamiento barato pero con una comida, en vez de desayuno como a mi me gusta, pero que es la opción del desayuno no estaba, por lo que nada más llegar dejamos las maletas y nos fuimos a comer, ya que teníamos pensando ir de tranqui a buscar el museo, ver la playa y empaparnos de los aires alicantinos.
Yara (como sabéis siempre pongo el nombre de mi hermana como enlace que lleva a su blog, pero esta vez, además, os recomiendo visitarla con más ahinco porque a hecho algunos cambios en su web que merecen ser vistos) es vegana y siempre es curioso preguntar en bares o restaurantes si tienen algo que no lleve nada de animal o derivado de estos. Salimos bastantes contentas de la comida, la verdad.
¿Tras la comida que tocaba? Pedir en recepción un mapa y echarnos a las calles; lo que no esperábamos era el acompañante que en esos momentos bajaba por las escaleras...

Si queridos lob@s y bruj@s, habéis leído bien, un hombrecito parecido a un duende bajaba por las escaleras en el instante en que pedíamos el mapa y salíamos por la puerta. Nos quedamos reparadas en la acera para ubicarnos (soy bastante detallista en eso, me gusta saber dónde estoy y que caminos nos llevan a nuestro destino, además siempre llevo un bolígrafo o algo para apuntar con cruces) Y el duendecillo del que os he hablado salió detrás de nosotras con su camiseta azul, sus pantalones cortos, sus gafas y su cara arrugada. Pensó (aún no sé porque) que eramos de fuera del país y nos preguntó algo en ingles, a lo que mi hermana contestó en el mismo idioma, es lo que tiene haber estado en Irlanda dos años, y sorprendentemente ya no se nos despegó en todo el día....si, si....en todo el día. 

Nos dijo que se dirigía al castillo que nosotros pensábamos ver al día siguiente por lo que mi hermana y yo (menudas ignorantes estamos hechas) creímos que quería hacer parte del camino con nosotras para que le resultara más ameno. Y claro que hizo parte del camino a nuestro lado, y cuando pensábamos despedirle nos dice que se viene al museo vikingo... Nuestras caras de: ¡Oh dioses de todas las épocas! no debieron ser muy visibles porque el tío ni se inmuto. Así que nuestra incursión al mundo antiguo estuvo acompañada de un hombrecito que no tenía ni papa de español y que no paraba de hablar en ingles. Nos enteramos de que era de Suiza, que tenía un hijo y una hija, que le gustaba subir montañas y en unos días iba a currar en algo de canoas. Para mi hermana fue un chasco tener que estar hablando todo el día en ingles; yo...ejem...llego un punto en el que desconecté por completo. Entiendo el ingles, pero hablarlo no es mi fuerte, así que iba encargada del mapa y el móvil (por si acaso mi sentido de la orientación dejaba de funcionar en algún punto del viaje)
Nuestras vistas desde la habitación del hotel.












Nada más entrar un precioso drakkar
Preparaos que vienen fotos:






Reconozco que mientras veíamos el museo pasamos un poco del hombrecito, a ver...no totalmente, pero él iba a un ritmo bastante diferente del nuestro y nos apetecía ver todas estas cosas a nuestro rollo.






Salí satisfecha del museo, vimos cosas muy preciosisimas y pudimos observar como los guías desmentían tantas y tantas mentiras sobre los vikingos, aunque reconozco que me hubiera encantado ver más cosillas sobre las leyendas en torno a esta cultura.
Si os interesa aún podéis ir a verlo, estará hasta enero y ya no volverá a España; la entrada es super baratita, creo que unos 3€ y recordar, si os animáis, que en el suelo también hay cosillas muy interesantes que ver ;-)










El sol nos cegó nada más salir. Como veis en las fotos las luces están bastante cuidadas para que el lugar parezca más misterioso y acogedor, así que imaginaos cuando salimos, con el calor y el solazo...bufff.
Cuando nos acostumbramos de nuevo al exterior mi hermana y yo, tontas nosotras, buscamos en el mapa el lugar desde dónde el hombrecito pudiera acceder al castillo de Santa Bárbara más facilmente. Si, queríamos deshacernos de él, no porque fuera un mal acompañante de viaje si no porque íbamos con otra cosa en mente cuando decidimos ir a Alicante. Ella y yo, yo y ella, nada más...ainsss.

El caso es que no lo pilló, quizás en Suiza las cosas se hacen de otra forma y en mitad de un viaje las personas se suelen unir de paquetes a otras (¡¡yo que sé!!) Yara le explicó que nosotras esa tarde no íbamos a ir al castillo así que propuso ir a tomar algo. Entre unas cosas y otras se hizo de noche, queríamos ir de tranqui a la playa así que volvimos al hotel y nos despedimos de él con la excusa de mi resfriado y si lob@s y bruj@s, como podéis imaginar salimos a hurtadillas del hotel para que no nos viera.
(Patético, lo sé, pero real como la vida misma)


Os voy ahorrar muchos detalles para que no os riáis de nosotras mas de lo necesario, pero nos abordó otro hombre cuando volvíamos de la playa. Demasiado intenso para nuestro gusto, ya que lo acabábamos de conocer. Compramos cena y vimos el último capítulo de Águila Roja tranquilamente en nuestra habitación de hotel sacada de los años 70 jajajajaja

El duendecillo pretendía ir con nosotros al castillo de Santa Bárbara, pero le dimos nuevamente esquinazo. Eramos conscientes de que un tío, por muy pequeño que sea, que esta acostumbrado a subir montañas va mucho más rápido que nosotros en las excursiones de subidas a castillos. Y agradecimos enormemente ir de tranqui nosotras dos.


Ruinas, gaviotas, vistas muy bonitas, viento, un museo dentro del propio castillo de series y películas famosas (tengo alguna fotillo también porque es ideal para frikis) aunque no teníamos ni idea del porque de ese lugar dentro del Santa Bárbara.



Antes de subir al castillo nos pillamos unos batidos super ricos para desayunar, el mío con jenjibre por el resfriado.
 
¿Y para comer?

Volvimos al hotel y nos despedimos de nuestro duendecillo de pantalones cortos.
Anduvimos lo andado el día anterior y regresamos a la estación de tren, como íbamos con tiempo de sobra nos sentamos bajo un árbol enorme en la calle (es flipante el tamaño de los árboles de Alicante) y nos abordó un chico joven para que le diéramos algo de dinero para no se que proyecto de una asociación (mientras escribo esto suspiro, no porque el muchacho fuera guapo, si no porque era consciente de la mentira detrás de toda su palabrería, aún así Yara le dió algo de dinero que llevaba encima y luego mientras seguíamos haciendo tiempo pudimos comprobar en la página de internet de dicha ong la mentiraza que nos echó ¡¡por favor, no mentir sobre problematicas actuales para conseguir dinero!!)
Finalmente entramos en la estación y como tenemos caras de panfilas nos volvió a parar otro chico joven de otra ONG.
De verdad, aquellas vacaciones expres fueron bastante intensas en todo, sigo sin comprender porque nos pararon tanto y porque somos tan tontas.

¡¡Ah!! se me olvidaba, el castillo no esta mal para hacer algo de ejercicio, puedes subir en ascensor (nuestra opción ya que no íbamos preparadas para sudar como cerdas) y andando, además de en autobús o en coche. Eso sí, la bajada en vez de hacerla como la subida la hicimos por la cuesta, para no sentirnos tan mal. Hicimos muchos kilómetros en ese viaje (la verdad es que siempre que viajo ando muchisimo, creo que forma parte del encanto de ver lugares) También nos perdimos un poco entre calles y me jodio no poder ver las mazmorras del castillo, pero la vida no es perfecta, dicen por ahí.
Si te animas a visitar Alicante y ver el castillo recuerda que el ascensor vale un par de euros y que el museo dónde exponen todo lo vikingo es el Marq.

Y nada más que decir por ahora, lob@s y bruj@s, aunque me encantaría que me contarais si habéis visitado Alicante, el museo o el castillo y si por casualidades de la vida, en algún viaje os ha pasado lo mismo que a nosotras.
Hasta pronto mis queridos lectores. Mordiscos dulces
Y aunque no se ve bien su carilla, sin duda esta es la foto con la que me quedo. 








Próximo destino.....














1 comentario:

  1. Ais...si lo se le contesto en español al duendecillo!! jajaja
    Y he de decir que a mi me la coló el otro hombre, pensaba que era una asociación de verdad. xD

    Un día...interesante

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