miércoles, 9 de septiembre de 2020

CAPÍTULO 16 - MONSTRUOS

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Aquí los capítulos anteriores Si quieres ponerte al día o te has perdido alguno.



CAPÍTULO 16 - MONSTRUOS

Me pides que te ate porque crees que puedes perder el control y atacarme. Y pienso con ironía las veces que me ha asaltado la idea de tenerte atado a una cama y pervertir tu forma de verme, cambiar el rol y ser la peligrosa, la que se debate entre el instinto primitivo que me insta a besarte o mantener mi fría distancia para no hacerte daño. Me pides que te ate con preocupación y sumisa confianza. Pero esa no es la forma en que quiero tenerte amarrado, quiero ver deseo en tus ojos y sonrisa en los labios. No el miedo de quien no sabe que o quien es, ni cuales son sus límites.

Tu cuerpo esta tenso y tus ojos no logran enfocarme. No soy capaz de razonar que esta ocurriendo o imaginar en que acabará tu dichoso experimento, pero me recorre sudor frío por la espalda y me siento atada de pies y manos al sentirme tan inútil.                                                                                   

Finalmente me resigno y saco las cuerdas, las siento tan ásperas mientras las cruzo por tus muñecas que pienso en no apretártelas demasiado, pero empiezas a convulsionar y acabo encima de ti, las cuerdas por el suelo, presionando tu cuerpo contra la tierra para que no te golpees y mi rabia contra ti y la anciana aumenta. Tanto tiempo deseando desde la parte de mi cerebro más oscura en subirme sobre ti y acariciarte con deseo y que ajena me siento ahora, rígida sobre tu pecho, luchando contras tus convulsiones y las ganas de llorar. Cojo aire, separo el brazo de tu cuerpo y con toda la fuerza de la que soy capaz descargo un golpe sobre tu rostro. Abres los ojos como si hubiera pulsado algún interruptor y enfocas las pupilas en mi cara, tus ojos oscuros lucen ahora un dorado centelleante y se me erizan los pelos de la nuca, pero me mantengo firme sobre ti. Inspiras con fuerza, no sólo quieres captar mi olor, si no que parece que buscas que mi esencia entre en ti para saber quien soy o cual es el sabor de mi alma. 

Sonríes, una sonrisa espeluznante mientras tu rostro se afila, parpadeo varias veces, no sé si es un efecto visual del miedo mezclado con las llamas del fuego o de verdad tu rostro esta cambiando de forma lenta y radical. Me estremezco, me aparto, pero tus dedos, con uñas afiladas y alargadas ahora, me agarran por las muñecas y me mantienen quieta. Te sientas y me deslizo por tus piernas, pegas la nariz en mi cuello y vuelves a inhalar. Gruñes y mis nervios hacen que la magia de la que estoy hecha vibre bajo mi piel. Parece que sonríes cuando te miro por el rabillo del ojo, pero en realidad sólo muestras colmillos en una mueca oscura. 

- Magia - creo que te oigo murmurar. Mi espalda se endereza y vuelvo a clavar los ojos en él. En ti. En ambos.

-¿Sigues siendo tú?

El dorado se mezcla con el oscuro y parece haber una batalla dentro de tus ojos, parpadeas y parece que asientes, pero no confío. El ser que hay en tu interior, el que se te aparecía en sueños cada noche y que tanto temías esta frente a mi, con el control total de tu cuerpo y no tengo ni la mas mínima idea de lo que debo hacer. 

-No me hagas daño y no te lo haré a ti - digo mientras me levantó muy despacio y pongo cierto espacio entre nosotros. Él, tu, giráis el rostro y me miráis con la cabeza ladeada, en vuestros ojos sigue batallándose el dorado y el oscuro. - No voy a dejar que te vayas de aquí. Mi amigo necesita saber que eres. 

El dorado refulge con fuerza en esos ojos que me resultan totalmente hipnóticos. He dicho un par de cosas que no se como voy a cumplir. No sé usar mi magia por mucho que sepa que esta en mi interior, así que lo de protegerme queda un poco más difícil de lo que he soltado a bote pronto como farol. 

-Soy él y él soy yo. 

Niego.

-No.

Me dedica una sonrisa llena de colmillos. No queda la belleza de mi amigo en su rostro y aún así, emana lo mismo, la oscuridad controlada, la tristeza, el peligro de lo imprevisible...

-Soy su parte animal en la superficie. - Vuestros ojos están tan fijos en los míos que no puedo apartar la vista - Debe aceptarme o acabaré con él.

-Acabaré contigo entonces.

Asientes.

-Puedes intentarlo y quizás... - te acercas e inspiras nuevamente - con la magia que huelo en tu interior, lo consigas; pero no sin antes llevarte conmigo. 

Me enfado y aprieto los puños. 

-No me amenaces, puedo eliminarte antes incluso de que te deshagas de él. 

La carcajada que vibra en tu garganta resuena en el exterior y me hace ver lo diferentes que sois. Observo atentamente tu cuerpo, pareces mas alto, aunque creo que es el efecto de las llamas con las sombras y que él esta estirado y no agacha la cabeza como tu. Su voz es ronca, nunca la he oído así en ti, como si las cuerdas vocales estuvieran a punto de quebrarse. 

Desliza una de sus uñas, tan larga, tan rota, por mi cuello. 

- Si me eliminas, lo eliminas a él, bruja. Así que ten cuidado. Esto es algo entre él y yo, no deberías meterte. - Se acerca tanto a mi cara que noto el vello que lo recubre y me estremezco. - Él te desea y yo también. 

- ¿Qué eres? - le pregunto manteniendo la distancia, sin amedrentarme y con la espalda totalmente erguida y orgullosa. 

Pega su mejilla a la mía mientras sigue olfateando el olor de mi cuello. Siento la misma sensación que cuando tu me rozas sin querer al andar el uno junto al otro. Los mismos escalofríos, la misma tensión. Pero no eres tú ¿o si?

-Soy la oscuridad que intenta ocultar, la voracidad de su alma y el hambre que lo consume. Soy la sombra en la noche y quien aúlla a la luna provocando el miedo de quien me oye. Soy la parte de si mismo que no quiere aceptar.

Trago saliva. Intentando asimilar. Todos tenemos un monstruo dentro, pero el de él ha encontrado la manera de salir y tener forma y voz en el mundo real. 

-Y ahora ¿qué? - le pregunto sin saber si quiero oír la respuesta. 

Pega la nariz a la mía y me doy cuenta de que vuestro aliento huele igual. 

- Resultas un enigma increíblemente atractivo. Tanto para él, como para mi. - Te agarras la cabeza con una garra. - Pero hoy no para de luchar, no se fía de que este aquí contigo. Nunca recuerda nada cuando salgo a la superficie, esta vez lo he hecho por la droga de la anciana y no sé si me recordará, así que eres la encargada de refrescarselo. Se lo contarás.

Exige mientras me apoya en un árbol hasta conseguir que me sienta acorralada. 

Vuelve a sacudir la cabeza y se aleja un paso. 

-Haz que lo entienda o acabaré con él, para quedar sólo yo - me mira con tu intensidad y no puedo negar la respuesta de mi cuerpo, ni mentirme a mi misma, estoy excitada. Eres tú sin serlo, y tus dos facetas me gustan.



Querid@s lob@s y bruj@s, estamos en el punto de la historia en el que las pasiones de nuestros personajes se vuelven reales, palpables y peligrosas. Siempre he pensado que la pasión domina el mundo y hace que se mueva, como un molino de río necesita del agua para funcionar, o uno de viento el aire. Nosotros necesitamos de esa pasión para estar vivos.  

La rutina, el gris de la vida y la frialdad sólo pueden ser enfrentadas con pasión, una pasión que arda y que de velocidad al movimiento de nuestros corazones.                                                                        Pero hay pasiones desenfrenadas que condenan a quien se deja llevar por ellas, mientras que otras, como el calor de una hoguera, calientan nuestros cuerpos para mantenerlos vivos. 

¿Estáis preparados para continuar?















1 comentario:

  1. uy que guarrilla....me cae bien
    pero quiero saber que ha pasado con sirenita

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